domingo, 12 de diciembre de 2010

No tiro mas los dados.

Siento que perdí el tiempo, que perdí mucho tiempo. Me pregunto: ¿dónde está el tiempo que se pierde? ¿adónde va? No quiero recuperarlo, no quiero encontrarlo, pero saber dónde vive, de qué. Si vuelvo atrás tal vez haría todo igual, por que de otra manera no estaría así ahora. No se cuán bien estoy tampoco. Estoy relativamente solo, pero no como antes. Ahora ya ni la burda simulación de su compañía me queda. Estoy desenamorado del amor, antes creía en las parejitas adolescentes. Estoy buscando algo con mas noción de lo que quiero, pero eso costó la deserción de muchos.
No puedo reconocer culpas ni pedir perdones de cosas que no hice. No puedo volver a un estado anterior, eso es suicidio. No puedo ver las cosas distintas, la luz que tienen hoy tardó en llegar y no la voy a dejar ir fácil. Antes priorizaba mal, ahora menos; antes me sacrificaba mas, ahora menos tontamente; antes pensaba que era yo, hoy se que no; antes hacía lo que debía, hoy lo que quiero; antes pesaban todos, hoy solo yo.
No se por qué consideran que no merezco lo mismo que doy; no se por qué valgo mucho cuando están a punto de perderme, pero no lo suficiente cuando estoy. Me repito muy a menudo que este es un dolor necesario, pero cuan devaluado se siente estar así. Cuando en centro, valgo poco para el resto; de la otra forma, incluso menos. Nunca soy yo el ganador en este juego que me obligaron a jugar. Yo, les guste o no, no tiro mas los dados.
Hace un par de meses que esta todo raro. No se si puedo explicar bien que pasa, pero se que algo pasa. Distancia pasa, eso pasa. ¿La distancia pasa? ¿es un suceso? Parece que si, porque a nosotros nos esta pasando. Ya no nos importamos, todo es por compromiso, nada es como antes. A mi no me gusta reprocharlo, pero tampoco podemos ignorarlo. Y yo hago mea culpa, admito que yo estoy igual, yo también llamo poco, visito menos y estoy mal predispuesto. Tal vez me sienta mas justificado por ser el que siempre se calló la boca, el que siempre dejó que se hiciera conmigo lo que fuera, tal vez estoy equivocado, tal vez estoy algo resentido, tal vez no con ustedes.
Puede que ahora esté viendo la parte del vaso que está medio vacía y esté imposibilitado de ver lo positivo, pero siento que este momento es necesario, que este dolor es necesario. Hay algo que va mas allá de nuestra relación, y somos nosotros mismos. Sé que no soy el mismo desde hace rato, sé que he entrado en un proceso de cambio importante y necesito redefinir mucho, inclusive la gente que me rodea. Espero superar la distancia que hoy nos separa, espero que ustedes también puedan; y si no es así agradezco TODO.

Espero reencontrarnos, espero...

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Da para pensar...

¡Que loco! Me preguntas tres o cuatro veces las mismas cosas. Repetís las preguntas porque no te interesan, preguntas por compromiso, no por interés. Hasta hace un rato me dolía, ahora un poco menos quizás. Pasaron varias cosas en una hora y veintitrés minutos. Se dijeron verdades al aire, que sin querer se unieron en algo que todavía trato de comprender. Si me duele no ocupar en tu vida un lugar que creo me merezco, ¿no será que soy yo que te pongo en un lugar que no mereces en la mía? ¿será que el que ubica injustamente a la gente no sos vos, sino yo? Si vos significas mas para mi que yo para vos, ¿todo está tan bien como parece?
Tus hipocresías también me duelen. Te crees con derecho de reprocharme que no hago lo que vos tampoco haces para conmigo. No entiendo por qué tanta injusticia, por qué tanto criticismo. ¿Que estas desplazando? ¿es valido preguntarte por qué lo desplazas hacia mi y no hacia otros? Soy cercano para que me tires de lo tuyo lo peor, pero no para compartir lo mejor. A mi me dirán exagerado, pero cuando te lo pones a pensar, ¿no tengo un poco de razón?

viernes, 3 de diciembre de 2010

Me gustaba el antes. Me gustaban mis ladrillitos, y acostarme a dormir con mil ositos de peluche. Me encantaba jugar a hacer polvo de ladrillo durante horas en el fondo del patio de mi casa. Me gustaba infinitamente jugar inocentemente, reír sinceramente, vivir sin preocupaciones. Me gustaba no tener que mentir ni conocer eufemismos. Creo que algo de todo eso queda en nosotros, grabado mas allá de la conciencia, mas allá de la contaminación de la adultez, mas profundo que el trauma mas arraigado. Creo que las viejas sonrisas son eternas, y volverán a nosotros cuando entendamos que crecer no significa dejar de disfrutar la vida como un niño.
Me tomó de la mano, me obligo a voltear, a cruzar miradas. Me rogaba en silencio que me quedara, pero no me prometía amor, no me garantizaba aceptación. ¿Como estar con alguien así? ¿llegaría a entender como amar a una persona de este tipo o debía arriesgarme a cruzar la puerta y enfrentarme al siguiente amor que el destino pudiera tener preparado para mí?
Comenzaba a amanecer y brillaban sus lagrimas. Pidió que me quedara y honrando la felicidad de nuestro pasado (no sin olvidar aquello que nos arrancó las sonrisas), lo hice. Sin embargo, no podía contemplar semejante imagen. No reconocía quien se sentaba a mi lado. ¿Donde había quedado su fortaleza? ¿no era yo el débil de los dos?
Se destrozaba su corazón, pero era inevitable. Yo no sería el último que la besara, mucho menos el último hombre que la dejara. Al menos eso repetí en mi mente cuando decidí que si perdimos lo que nos unía para siempre, nada mas quedaba por perder. Atravesé la puerta y mientras caminaba a casa, mire al cielo... seguía igual de azul que ayer y no mas azul que mañana. Sonreí.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

En los últimos días se hacía sentir la precoz vuelta del sol veraniego. Aun no era veintiuno de diciembre pero el calor era notable y, aun así, el sol no había dado lo mejor de si todavía. Ellos estaban sentados en un bar donde una brisa les acariciaba el rostro y les refrescaba la conversación. Se conocían. El sabía que ella había llegado media hora antes al lugar para mirar las vidrieras de los locales de ropa de los alrededores. Siempre lo hacía y le sobraba tiempo para lucir algún accesorio nuevo por primera vez. Ella, sabía que él había estado despierto hasta demasiado tarde la noche anterior. Sus ojeras eran regulares, comunes; pero lo que lo delataba era su remera arrugada, sobre la cual la siesta había echado todo su peso. Se miraban como se miran los viejos amigos, aunque hacía rato que la amistad había dado lugar a otras cosas ahí. Cada tanto alguno decía algo, el otro contestaba y previo un corto dialogo, terminaban en risas. Risa inocente, sincera, adorable. Después de un rato, se fueron del bar, se fueron a caminar entre las sombras que los arboles del barrio hacían en las baldosas. Ella siempre caminó mas rápido que él. Él, eterno distraído, se quedaba mirando cuanta cosa le resultara bella, y era arrancado de su absorto trance por el tirón que ella le daba a su brazo para que retomasen la caminata. En el ultimo tirón, él se acercó a ella, violando solo un poco el espacio prudencial que solía haber entre los dos. Era remarcable su nerviosismo, el de ambos para ser sinceros. También eran obvias sus ganas. Él se acercó incluso mas, y al llegar a su oído pregunto:

¿podés regalarme una promesa de verano?

martes, 30 de noviembre de 2010

El triple filtro...

En la Antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. Un día, un conocido se encontró con el gran filosofo y le dijo:

-¿Sabes, Sócrates, lo que acabo de oír sobre uno de tus discípulos?

-Antes me gustaría que pasaras la prueba del triple filtro. El primero es el de la Verdad. ¿Estas seguro de que lo que vas a decirme es cierto?- contestó Sócrates.

-Me acabo de enterar y...

-... o sea que no sabes si es cierto. El segundo filtro es el de la Bondad. ¿Quieres contarme algo bueno sobre mi discípulo?-

-Todo lo contrario.- replico el conocido.

-Con que quieres contarme algo malo de él y sin saber si es cierto. No obstante podría pasar el tercer filtro, el de la Utilidad, ¿me va a ser útil?

-No mucho.

-Si no es ni cierto, ni bueno, ni útil, ¿para que contarlo?

lunes, 29 de noviembre de 2010

No entiendo, te lo juro con el corazón, con el alma. No entiendo. No entiendo de que manera quererte para que me quieras, no entiendo que tengo que hacer para que me dejes ser, para que me dejes respirar. Necesito aire, necesito que tu abrazo no me asfixie, que tu beso no me ahogue, que tu cariño no sofoque.
De alguna manera te las arreglas para que siempre sea yo el equivocado, el enfermo, el malo. Me apuñalan tus comentarios, tus cuestionamientos, tus criticas. Me pregunto, si yo te criticase lo mismo que vos a mi, ¿que dirías al darte cuenta que tengo mas razones para hacerlo que vos?
El corazón, escondido en un rincón en el pecho, te ve llegar y sufre, le agarra taquicardia. En parte porque sabemos lo que se viene, en parte porque siempre hay un factor sorpresa en tus reclamos.

Que rara manera de amarme, que clásica manera de ignorar lo mal que la pasa tu mente estando sola, que común forma de alejarme y evitar que te ame.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Pido mas...

Pido mas porque me merezco un poco mas. Un poco mas de todo, un poco mas de todos. Un poco mas de respeto tal vez, respeto por lo que soy y quiero, por lo que hago y digo, incluso cuando no coincidan; por lo que siento y necesito, aunque tengas que sacar los ojos de tu ombligo. Un poco mas de distancia, porque a veces el amor que me brindan es mas asfixiante de lo que es profundo, mas invasivo de lo que es autentico. Un poco mas de reconocimiento, porque no soy un factor que debieran dar por sentado, y no obstante suelen hacerlo.

Pido mas porque lo merezco, pido mas porque quiero mas. Pido mas porque las migajas ya no son suficientes. Pido mas.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Pese a quien le pese...

Ayer cuando renuncié a mi ser belicoso no medí lo que perdía en función de lo que iba a ganar. Me pareció una noción demasiado económica y de muy poco corazón, así que decidí no inferir. Perdí mucho, me perdí. Perdí una parte troncal de mi, costó recuperarla, costó recuperarME.
Peor aun, sabiéndome en la cola para cobrar esas promesas que hicieron con tal que yo acallase eso mas distintivo de mi. Entregándoles mi color mas definitivo, mas mío, entré en la vorágine de recibir de sus golpes los peores. Humillación, faltas de respeto. Sucio, estaba sucio. Y todo me lo hice yo, todo a mi. Yo acepte, yo accedí, y el resto es responsabilidad mía. Yo los dejé. Ustedes simplemente se acomodaron, se sentaron cómodos, pisotearon todo lo que había para pisotear y pidieron mas, siempre insaciables. Siempre piden mas, nunca soy suficiente, siempre encuentran algo que vaciar.
Y así, como si nada, epifanicos como son los cambios que significan; volví. Volvió un día a tocar a la puerta de mi mismo ese que me permití dejar atrás. Vino sin reproches, tiene marcas en la cara, marcas de agua salada. Viste de blanco, todo de blanco, bien como nos gusta. Porta una pulsera en la mano izquierda, una tobillera en la pierna derecha y un colgante nuevo. Sus ojos brillan, llenos de certeza, de esperanza. Tiene la barba recortada, porque nunca nos gusto afeitarnos; y el pelo relativamente despeinado. No parece importarle. En su alma hay cicatrices de lo que pasó, de todo cuanto dolió, de cada segundo que murió esperando al siguiente, de cada amor que concluyo dando paso al futuro, de cada amistad que quedó inmaculada en el recuerdo. Está descalzo, bien en contacto con la tierra que pisa; pero ambos sabemos que sigue con su mente aferrada fielmente a las nubes. Es el mismo, pero con este toque tan extrañamente distinto. Si no lo conociera mejor, diría que no soy yo. Lo que mas me llama la atención es como sonríe al verme. Sonríe sin miedo a que su sonrisa no sea fotogénica, sonríe como si estuviera orgulloso de lo mucho que aprendí, sonríe agradeciendo que lo pude traer de vuelta acá, a casa.
Corre la brisa, se acerca con su mochila colgada, siempre de un solo lado, el izquierdo. Los dos, eternamente zurdos. Me despeina un poco, me abraza y ambos desaparecemos, nos fusionamos, pero ya hay mas de el que de mi, como debe ser.
Hoy vuelvo, hoy vuelve... volvemos a reclamar nuestro lugar, lo que nos corresponde. Volvemos sin reproches, pero con la firme decisión de que nos dejen ser, de que no pase mas lo que pasó, de que nunca mas renunciemos a nosotros por los otros. Hoy, firmes y seguros, valientes y plantados, mas grandes y adultos, venimos para cambiar lo que está mal, para reubicar lo reubicable, reciclar lo reciclable y desechar lo desechable. Hoy volvemos, pese a quien le pese.

Observo...

Veo como se termina el amor y me pregunto, ¿fue amor o locura adolescente? ¿hasta que punto entendemos el amor? ¿fue amor si se acabó? ¿deja de serlo por ello? ¿es solo si no concluye? ¿hay amor concluso de forma pacifica? Es increíble como de lo ultimo que nos acordamos es de lo bueno del principio. Toda pareja irradia algo indescriptiblemente hermoso al comenzar su relación. No se si es que con el paso del tiempo uno se acostumbra a esa tonalidad energética o que la misma va bajando, hasta evaporarse completamente. Si se que llegando al final, jamas revolvemos esa parte del baúl, jamas miramos atrás y reconocemos que todas las sonrisas del camino son gracias a el "nosotros" que formaron dos egos aleatorios. Es difícil reconocer lo positivo cuando no nace de una creación totalmente propia.
La muerte del amor entre dos seres deja en el espacio una sensación muy particular, muy parecida a la muerte de una estrella. La conclusión de un amor deja a su paso un gran vacío, muy análogo al que deja una estrella al desaparecer. Donde antes estrella, hoy agujero negro; donde antes amor, hoy desesperanza.
Y yo, observo y sufro el vacío como si fuera mio.

martes, 23 de noviembre de 2010

...hacia "no se donde"...

Podría decir las cosas que mas te hieran, podría desubicarme y reprocharte cuanto error recuerde, podría ésta noche mientras te atiborras de alcohol ir a buscarte y cantarte las verdades con el mismo ímpetu con el que vos criticas mi vida. Podría hacerte daño, podría abandonar la idea idiota de la aceptación y entender que vos no sabes como se hace. Podría dejarte atrás, para que te hundas en tu gran vacío, en tu ser hipócrita, lleno de obligaciones que matan sus sueños, lleno de ira que te impide avanzar, lleno de envidia, verde como el mas asqueroso de todos los vómitos de dibujo animado.

No obstante, me basta con la felicidad de la que disfruto y sigo tratando de compartirla con vos. Vale aclarar sin embargo, que esperare no por siempre que decidas disfrutar conmigo. Algún día, daré la batalla por perdida y me iré por donde vine hacia "no se donde".

lunes, 22 de noviembre de 2010

Consagrados en el mas asqueroso de los egoísmos...

Viviendo pendientes de sus obligaciones miran con desprecio mi vida. Si no los conociera mejor, si fueran gente que conocí accidentalmente en una fiesta, "alguienes" que el mundo cruza al azar, diría que son celos lo que tienen, diría que sufren de las mas verde de las envidias. Pero no es así. Sí los conozco, y de hace ya mucho tiempo. El suficiente creería uno (creo yo) para que se alegren conmigo de mi felicidad, de mi bienestar. Lo suficiente tal vez para que puedan olvidarse un momento de eso que aqueja sus vidas y vean mi brillo, mi sonrisa, tan solo por un ratito. Sin embargo, me da la sensación que en todo este tiempo fui yo el que estuve con ellos y no ellos conmigo. No saben nada de mi, no me respetan, y no lo reprocho, no hasta ahora. Yo tampoco sabia como respetarme, el auto-ultraje es tal vez uno de mis mayores crímenes, pero ya pagué mi deuda conmigo, ya estuve encerrado en la cárcel mas oscura que mi mente pudo crear, ya estuve frente a mis mayores temores y les saque la lengua (no sin permitir que mis piernas temblaran y mi corazón sufriera horrores). Yo ya me castigué y descubrí que castigándome seguía cometiendo el mismo error, delinquiendo contra mi persona.
Es largo el aprendizaje, es largo y renovador, pero también duele. Duele porque descongela las estructuras mas arraigadas, les da movilidad, les provoca mutaciones, les exige cambio. Y yo cambié. Y no solo eso, ahora también tengo que probarlo, tengo que demostrar que cambié, tengo que demostrar que puedo aplicar lo que aprendí, tengo que vivir feliz. Y no TENGO, sino que QUIERO.
Nada me detiene, aunque a veces cuando contemplo las situaciones de mi vida, los cuestionamientos que se me plantean desde aquellos que tácitamente me prometen un amor incondicional; y no puedo evitar pensar en cuan equivocado viví y por cuanta cantidad de tiempo. Es mucho de ambas, de tiempo y de yerro.
Y mientras los escucho hablar, mientras veo como desaprueban todo lo que hago; me da un morbo de seguir haciéndolo y cada vez mas, para que lo vean, para que se mortifiquen mas. Diría que me divierto, aunque aseguro que no siempre. Por momentos trato de explicarles que no vivo como ellos, que no vivo en el "deber ser", en la obligación de hacer. No lo entienden. No lo entienden porque han vivido sus vidas enteras así, ¿como explicarles ahora que hay algo distinto? No pretendo, ni pretendería nunca que entiendan como vivo, ni que copien mis pasos y adopten mi ideología, pero si pretendo (y es mas, EXIJO) respeto. Respeto por lo que me pasa, por lo que siento, por lo que estoy viviendo y, por sobre todo respeto por mi.
Y lo exijo con el mismo ímpetu con el que ellos, consagrados en el mas inmundo de los egoísmos no me dejan ser y luchan una batalla contra mi sin que yo este presente. Lo exijo y tal vez, solo tal vez, con mas derecho que ellos incluso.

martes, 16 de noviembre de 2010

Desplazamientos...

Hoy charlando me preguntaron que rol cumplo actualmente en la vida de mi gente. Sería raro contestar una pregunta así, pero viniendo de una de nuestras conversaciones, viniendo de una de ESAS conversaciones, resulto natural, fluido. Hoy no sé definirlo. De hecho, creo que esa es la respuesta. Indefinido.
Se decir que estoy para quien quiera que esté, pero no para nadie antes que para mi. Se contarte lo que pasa en mi vida, si significo lo suficiente como para que preguntes y escuches (y escuches de verdad). Se aconsejarte si es el rol de consejero el que me querés dar, se divertirte si querés que te robe sonrisas, se hacer lo que quieras que haga, pero no me traiciono por cumplir tus caprichos. Ya no. Nunca mas.
Se que soy feliz, que estoy viviendo un momento de mucho respeto a mi mismo, de muchos deseos realizados y muchos otros en proceso. Hoy hay personas que se acercan a mi realidad y me muestran quienes son en verdad, me muestran facetas desconocidas de viejos y queridos amigos, me muestran crisis y oscuridad en almas de las que mucho he aprendido, revelan ante mis ojos la gran luz que emana mi corazón y el camino para mantener esta gran felicidad.

Y es entonces que pienso, si mi cambio me desplazó y alguien ocupa mi antiguo lugar... ¿será tiempo de redefinir roles o de migrar a otros?

Alice Cary

True worth is in being, not seeming;
in doing, each day that goes by,
 some little good, not in dreaming
of great things to do by and by.
For whatever men say in their blindness,
and spite of the fancies of youth,
there is nothing as kingly as kindness,
and nothing as royal as truth.

Una nueva amistad...

Necesito de vos eso que no creí necesitar. Hace cuatro años te di las riendas de mi vida, te dejé decidir por mi. Yo era peligroso en el momento, yo no sabia que hacer e hice lo que me dijiste que hiciera. Hoy volví, hoy te puedo decir que me curé. No fue enteramente un producto de tu ayuda, pero no puedo negar que fuiste el primer paso. Hoy te vuelvo a necesitar, pero no para decidir por mí. Hoy necesito que nuestro vinculo evolucione, crezca, cambie. Hoy necesito una amistad distinta de la que me venís dando hace cuatro años. Necesito una amistad que se ajuste a este yo curado. Te agradezco y te quiero de mi lado.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Tu derecho a reproche...

Mientras me hablas de tu decepción me pregunto si te das cuenta de las cosas que decís. ¿Te das cuenta que me hablas de TU decepción? ¿Te das cuenta de la injusticia que eso representa? ¿Donde quedaron tus promesas? ¿Donde quedaste vos? ¿Que soy yo? ¿Que es lo TAN importante que me perdí? ¿Por qué lo tuyo es lo único importante? ¿Vos te das cuenta de que no sabes absolutamente nada de mi y no me quejo? Y todavía tenes la cara para reprocharme. No encuentro manera de que escuches lo que digo, lo que hablo, lo que me pasa; pero te crees con derecho a reproche. Lo tuyo es intachable hipocresía. Así como suena, sin eufemismos. HIPÓCRITA, ni mas ni menos.

De mi lugar y el suyo...

Mientras todos conversaban de sus cosas él los observaba, absorto en una gran duda que se le presentó hacía no mas de un mes. Los miraba y trataba de entender que hacían ahí, rodeándolo, haciendo de cuenta que lo quieren, que él significa algo para ellos. Los veía discutir, gritar, llorar, reír, conversar, juzgar. ¡Cuanto juzgaban! ¡Y cómo! Si no los conociera bien, diría que son mala gente; y ya hasta de esa certeza dudaba. Se miraba a si mismo, miraba y trataba de ubicar, no solo el lugar que ellos ocupaban en su vida sino también el que él ocupaba en la de todos ellos. Todos ellos como grupo, cada uno por separado; y la respuesta era la misma: un florero. Un objeto ornamental. Eso era. Un lindo florero, que adorna una mesa, donde todos discuten sobre la vida de los demás para escaparse de los problemas propios. ¡Que asqueroso! ¡Que indecente! No, que inhumano. Inhumano era la palabra. O tal vez, mas triste aun, ¡que humano! ¡que clásico!
"¿Es acá donde querés estar?" Retumbaba en su mente cual filosa navaja, despuntando una jaqueca insoportable. "La respuesta es que sí, eso lo sé bien. Lo que no se es si acá es donde tengo que estar". La respuesta era peor que la pregunta, no solo no contestaba contundentemente sino que también abría un interrogante peor.
De pronto, un momento epifanico, una respuesta que siempre estuvo ahí surgió. Siempre estuvo presente, pero nunca sirvió para contestar ninguna pregunta. ¿Será que siempre hacía la pregunta errada a propósito o era todo una casualidad filosófica? Asi, de repente, de sopeton y sin avisar la respuesta resultó obvia. Si la pregunta es tan concreta y su respuesta no es tenaz, probablemente no era ese el lugar, no era ese SU lugar, no era esa su gente.
Se levantó, tomó la decisión enseguida. Todos hicieron silencio ante lo repentino de su accionar y voltearon a mirarlo. Le causó gracia que le prestarán atención cuando hay algo irregular en él pero no en su cotidianidad. "Me voy", dijo. Sin mas explicación encaró la puerta. Antes de llegar, uno de ellos se interpuso entre el afuera y él, exigiendo explicaciones. "Ya no soporto no ser por pertenecer, no me aman por quien pretendo ser ni por quien soy."
Y contra toda predicción, ellos entendieron y lo liberaron. Mientras caminaba recordó con cariño lo bueno de eso tan malo, valoró el aprendizaje y continuó caminando. Eterno caminante, eterno soñador, eternamente libre.

jueves, 28 de octubre de 2010

El poder del amor, el arte del perdón...

Me sorprende cuan difícil resulta a veces escuchar al corazón y evitarnos equivocaciones, dolor, llanto, heridas. Es remarcable lo fácil de errar y la dificultad de enmendar. Tal vez ahí mismo radique la desacreditación del poder del perdón en los tiempos de hoy. Ahí donde creemos que para perdonar necesitamos que el otro enmiende lo que hizo, dejamos de lado la verdadera esencia del perdón.
Nadie puede volver el tiempo atrás, mover distinto las piezas tratando de evitar el jaque mate que ya sucedió, nadie puede reparar por completo un error, es inevitable que existan consecuencias. Mas aun, es inevitable que todo esto nos duela en ese lugar mas allá de nuestro ser. Parece que a veces duele mas el orgullo que el alma, pero ello es solo un espejismo. La que agoniza es el alma, y no por cuanto han ultrajado nuestro ego, sino por cuanto nos resistimos al perdón.
Resistirnos al perdón es resistirnos a una cura, es prolongar el dolor, es masoquismo. Solo cuando estamos dispuestos a dejar ir la equivocación, dejar que tome su curso; a asumir las consecuencias de la misma y, aun, poder mirar al otro y encontrar que el amor pesa mas que el propio orgullo, es que realmente perdonamos. Envueltos en el dolor y la ira equivocamos la conclusión, usamos la salida fácil y nos arrojamos al rencor. Llorando desconsolados no podemos ver mas allá de lo sucedido, anestesiamos el cuerpo para no sentir dolor y no sentimos amor tampoco. Cancelamos todo lo bueno de algo por un tropiezo. Nos negamos nuestro paraíso por ese cachito de infierno que cada tanto nos toca.
Perdidos en nuestro ego lastimado, tomamos como consejera a la conciencia (que de conciente no tiene ni el nombre en momentos de alto estrés), evitamos la cursilería y nos enfriamos creyendo que una Antártida montada en el corazón hace que todo duela menos sin ver lo obvio:

Solo la calidez del amor de aquel que se permite perdonar es la que puede sanar las heridas que nos propinan tanto dolor. Solo aquel que puede amar mas al amor que a su propio ego puede perdonar.

domingo, 24 de octubre de 2010

No soy mas que mío...

Tu amor me asfixia, es mas fuerte que yo, puede mas. Lo que pasa es que a esta altura dudo que sea amor. Te obsesionaste conmigo y dejaste de amarme. Te dejé de importar por lo que soy y empezó a pesar lo que valgo, lo que cuesto. Podrás decir que cuesto, porque es cierto; cuesta entenderme, cuesta contenerme, cuesta aguantarme, cuesta mi carácter, cuestan mis ironías y la acidez de mis palabras. Podrás decir que valgo, porque sabes que mis acciones valen, porque mis buenas actitudes valen, mi sentido común, mi gran empatía. Podrás decir que cuesto y valgo, pero no cuesto ni valgo. Yo no soy mercancía, lejos estoy de dejarme cosificar. Yo soy persona, alguien a quien no podés tener, poseer, controlar. No puedo impedirte que me celes, no puedo prohibirte me creas tuyo, pero puedo asegurarte que no lo soy. Yo soy mío y de nadie mas. MÍO. Respondo a mi, a mis sueños, a mis decisiones, a mis explicaciones, no respondo a vos. Vos no mandás, y te enloquece. Te enloquece porque querés controlarlo todo, porque querés controlarme por el simple afán de estar en control, de vos mismo tal vez mas que de mí. Te enloquece porque también me admirás, te enloquece como mi independencia es como aceite en tus manos, impidiéndote atraparme, permitiendo resbalarme en tus intentos de tenerme. No podés evitarlo, y a mi me es casi divertido. Pero no te dás cuenta, no lo entendés. Si te lo habré dicho y vos seguís porfiando. No me podés cambiar, no me podés tener, no podés. Yo te amo, no me malentiendas, pero te dejo ser. Yo te amo, pero no te abrazo sin dejarte ir. Te doy libertad, por eso volvés. Yo no se si volvería si llegas a soltarme. No se porque me hacés dudar una y mil veces. No se porque ASÍ, o vos o yo, o sucumbo ante lo que pretendes o doy rienda suelta al ser, a MI ser. Tu amor no me deja respirar, me celás constantemente y no soy tuyo. Lo repito, mil veces si querés. Yo ya no se como decirlo, ya no se si así es la manera. Solo sé que no soy mas que mío. Tus celos, tus manejos, tus jugadas por la espalda, tus traiciones... son todos un claro reflejo de la soledad que vive abrazada a tu corazón, sin soltarlo, sin dejarlo ir; tal como vos a mí. Tal como todos los "vos" de mi vida a mí.

Jurame...

Junto los cachitos de promesas que se han ido rompiendo y cayendo al suelo a tu paso. ¿Sabés la cantidad de veces que juraste amor? ¿Queres que te diga? Las tengo contadas. Uno pensaría que en un cierto punto yo dejaría de contar, pero no. Me decis resentido pero, ¿sabes hace cuanto te espero? Fiel te espero, trato de enamorarme de otras inútilmente. Trato que el deseo de todo lo tuyo no me consuma, trato que el recuerdo de nuestro amor no se esfume, trato de impedir que la neblina del dolor no me enceguezca. Corro en sueños gritando tu nombre a los vientos. Caigo, eterno, enamorado, sufriendo. Y al final de cada noche me despierta mi imagen arrojada al suelo, tomando tu mano, diciendo en un ruego envuelto en lagrimas la frase que mas odio:

Júrame que vas a volver...

sábado, 23 de octubre de 2010

Por partida doble...

Es gracioso como mi ausencia desata un caos, un cuestionario interminable, enojos, celos, etc; mientras mi presencia no genera nada. Si estoy, no importo, porque siempre estoy. En cambio, si no estoy se nota. Se nota mas mi falta que mi abundancia; la necesidad, el deseo, surgen de aquello que no podemos tener, de lo que nos falta. Tomamos por sentado lo que ya tenemos y, de esa manera, lo perdemos; como en algún momento me perderás a mí, allá cuando yo decida que quiero que mi presencia sea reconocida, y vos sigas tratando de cazar las mariposas que te faltan para completar tu colección. Así vivimos, buscando lo que no tenemos y perdiendo en esa búsqueda lo poco que pudimos conseguir. Caprichosos y obstinados, enfurecemos al perder lo que ya habíamos conquistado sin todavía tener aquello otro que buscamos. Aceptar las consecuencias de nuestras acciones nos resulta difícil cuando ellas no son favorables, aceptar que nuestras perdidas son enteramente nuestras nos es imposible. De la misma manera que ésta planta se va secando en el rincón de departamento que le encomendaste ornamentar, vos también te marchitarás en el rincón de la vida de alguno que te tenga por sentado. Perder por partida doble y saborear el amargo jarabe de nuestros errores no es algo que te enseñen en la escuela, es algo que deberías saber por ser humano.

viernes, 22 de octubre de 2010

Garabatos...

Dibujo garabatos en una hoja de papel. Estoy absorto en cada trazo. Descubro grandes misterios mientras lleno el papel de tinta, formulo preguntas existenciales, trato de contestarlas, analizo las cosas y los "alguienes" que habitan mi realidad. Mis garabatos se convierten por momentos en grandes personas, en gente influyente para mi; se vuelven recuerdos de vidas pasadas, reflejos de los que fui, hologramas de los que soy. Por segundos juraría ver en esos trazos desordenados el sendero que recorreré mas adelante, pero cuando empiezo a deslumbrar mis ojos con premoniciones gráficas, ellos vuelven a tomar su forma de garabatos. Y esas figuras amorfas continúan pintando el papel en blanco llamando poderosamente mi atención. Por momentos los veo bailar felices y me roban una sonrisa. Me pregunto si no seré yo también un garabato en la hoja de alguien que mira, perdido en sus propios pensamientos, una hoja garabateada. Me gusta pensar que así es.

jueves, 21 de octubre de 2010

"Hacé lo que quieras"...

Me molesta en sobremanera esa frasesita de cuarta que me tiran a veces, "hace lo que quieras". La dicen para hacerse los sutiles, pero en el tonito encontrás lo que verdaderamente te quieren decir. En el tonito sobrador que ponen cuando te dicen eso se esconde un "lo que estas haciendo está mal". Me gustaría alguna vez pedirles que me digan eso en vez de un "hace lo que quieras" desaprobando mi accionar. Decime que opinas que no debería hacerlo. Porque esa frase cuasi-sutil llena de soberbia, aparte de tu desaprobación, me transmite tu falta de coraje para decirme que no te gusta lo que hago, y es triste que no puedas decirlo. Tu frasesita implica, dice sin decir y, con ello, se lleva mi derecho a replica. No darme derecho a replicar es cobarde. Yo puedo, y estoy orgulloso de poder ser seco, cortante, frío o directo para decir cuando algo no me gusta. Estoy orgulloso de no tener que esconderme tras una frase patética para defender mi desaprobación. Lo que menos me viene en gracia es que, hasta la fecha, todas las veces que la utilizaron conmigo fueron en momentos en los que el acertado era yo. Muchos dirán que me hago problema por todo, muchos otros que no soy el adecuado para decir si soy yo el que estuvo en lo correcto en esas situaciones que mencioné, pero la realidad es que los "hace lo que quieras" del mundo no me respetan como persona, entonces, pregunto:

¿por qué yo debería respetar a las personas que los profieren con lenguas temblorosas de defender su posición? ¿será que no es tan buena posición y no merece defensa? TAL VEZ...

martes, 19 de octubre de 2010

Un chico de veinte...

Un chico de veinte años debe ser de estatura mediana (como mínimo), color de pelo irrelevante, ojos claros (no excluyente) y de contextura musculosa gracias de horas y horas en un gimnasio. Debe ser buen mozo y simpático, carismático y divertido, centrado y respetuoso, humilde pero grandioso, sutil pero certero. Un chico de veinte tiene que tener las cosas en claro, ambiciones realizables y no sueños idealistas, debe dedicarse a trabajar para independizarse cuanto antes de su ascendencia y, al mismo tiempo, estudiar una carrera que prometa un puesto de trabajo estable, durable y, principalmente, bien pago. Debe esforzarse para todo, pues todo cuesta. Debe complacer las expectativas de todos (y no simplemente tratar de hacerlo). Un chico de veinte debe conseguirse una linda chica con quien compartir el resto de su vida o bien complacer sus urgencias corporales con cuanta hembra bonita se le cruce. Un chico de veinte debe ser familiero y amiguero al mismo tiempo, debe dar la vida por todo y todos, debe no sudar sino sangrar, debe esconder las lágrimas pues ¿quien no envidiaría una vida como la suya? Un chico de veinte debe tener siempre ganas y tiempo para salir los fines de semanas e ingerir la cantidad socialmente aceptada de drogas recreativas y volver a su casa en horas cercanas (si son pasadas mejor) del amanecer; sin que esto impida que se levante no mas tarde de las doce del mediodía para tomar mates con sus padres y almorzar. Un chico de veinte no debe tener complejos, ni con su cuerpo ni con su ego, ni con el amor ni con el sexo. No debe sufrir, ni tampoco ser feliz de verdad, salvando que su felicidad sea la versión oficial, la convencional de dicho concepto.
Este fin de semana que pasó me dí cuenta que no soy un chico de veinte.

viernes, 15 de octubre de 2010

¿Jugamos?

Hubo veces en las que me olvide de como jugar, de lo importante que es, de lo mucho que representa. Hubo momentos en los que el juego se perdió entre mis cosas, hubo cosas que fui perdiendo con los juegos. El juego es la mas póstuma expresión de arte que el hombre puede generar. Es sencillo, tiene un mensaje universal, tiene un propósito definido. Felicidad, diversión. ¿Eso buscamos con un juego? A veces confundimos los juegos con nuestras vivencias, a veces pensamos que el amor es un juego. La diferencia es que ganes o pierdas, el final del juego no termina en llanto, porque no es su función y, principalmente, porque muchas veces los juegos no admiten ganadores. En el amor, en cambio, la posibilidad de acabar llorando (llorando por decir algo, llorando por no decir devastado, dolido, abrumado, decepcionado, traicionado, inmovilizado, usado, plantado, engañado, y mil "-ados" mas) siempre está. ¿Olvidamos como jugar? No sé. En realidad, yo creo que mezclamos. El juego es juego, el amor es amor, la familia es familia, los amigos son amigos, la felicidad es felicidad, el dolor es dolor. Las cosas no están separadas en nuestra vida, pero no viven amalgamadas. El limite está, pero se desdibuja tal como las lineas de una rayuela. Tantas cosas se desdibujan en la vida, tantas... y de seguro, mas rápido que ese cielo mal dibujado de la rayuela.

lunes, 4 de octubre de 2010

Eternamente los mismos, eternamente distintos...

A diferencia de toda despedida, ésta no me cuesta. Será que los "adioses" tienen significado distinto para mí. Será que ahora sé como dejar ir. Será que aprendí a dejarte ir, a dejarte.
Dejar ir. Dejar ir al niño de la sonrisa rota no ha sido sencillo y sin embargo, ahora que se va, diría que no habrá jamas un mejor momento para que nos dejemos, para que nos separemos. A partir de acá camino sin él, que antes caminó solo, planeandome a mi.
Tus planes se materializaron, tus lagrimas no fueron en vano, tus cicatrices son cada uno de los pasos que diste acercándote a mi, tus experiencias son mis recuerdos, los réditos que prometían tus esfuerzos son la materia prima de mi persona.
Sonrío feliz y vos me miras, aún absorto en el dolor y el placer que produce el poder descansar, el poder separarnos, dejarnos ir. Ahora vas a tener mucho tiempo para descansar. Ahora vas a estar mas cómodo, ahora te toca cederme la antorcha y ver como me alejo. Debés sentirte padre, y debe ser doloroso ver a tu creación aumentar a cada paso el vacío que los separa. Sabés que seguís conmigo; sabés que ahora estás, pero en otra forma; sabés y, tal vez, te duele. Pero, después de todo lo que pasó, este último dolorcito es casi un chiste.
Ahora te dejo, tengo cosas que hacer, misiones que cumplir, ambiciones como motor, deseos como combustible, tengo una antorcha que entregar al siguiente, tengo un siguiente que crear, tal como vos me creaste a mi. Tengo una sonrisa enmendada que nunca será la misma porque ahora sabe lo que es la tristeza, tengo una sonrisa que ahora es mejor. ¡Lo lograste! ¡La reparaste!
Y te tengo a vos, en mis mas preciados recuerdos. Descansá, tiráte a dormir, lo necesitás.

Saludos, nos vemos en la meta :)

Para el niño de la sonrisa rota, de parte del hombre de corazón inquieto; decía el sobre que te dejé con esta carta mientras vos, tirado en el camino decidiste dejar de correr. Nunca lo sabrás, porque mientras vos llorabas yo volteaba la cabeza, para que no veas que yo también lloraba. Nuestras lagrimas, son eternamente las mismas.

sábado, 2 de octubre de 2010

A veces me canso...

¿Sabes? A veces me canso de tu actitud de mierda, a veces me canso de la manera en la que me tratas, a veces me canso de como descargas todo lo malo en mi, de como transferís lo peor de vos hacia mi, a veces me canso de lo que tengo que hacer para estar cerca de vos (no se aun que tengo que hacer para que me quieras). Solías quererme, solías apreciarme, solías hablarme... ¿no te parece demasiado nuestra actualidad? Prefiero saber que en algún punto perdiste el cariño que yo todavía conservo a seguir así, tratando de impresionarte, tratando de que por dos segundos me prestes atención, tratando de que me preguntes como estoy y escuches la respuesta. ¿Acaso sabes lo que es dar la vida por alguien que no sabe (ni le importa) si existís? Me duele, es serio, es en serio, en serio. Me duele, soy una persona. Vos sos mejor, sos mas resistente.
Te cuento un secreto: Incluso cuando vos ya no estés ahí para mi, yo voy a seguir acá para vos, porque no puedo abandonarte, porque aunque no quieras admitirlo, tu frialdad oculta miedos, imposibilidades, incapacidad de demostrar. Yo estoy, porque si bien te odio mas de mil veces porque no te importo, te estimo por todas las veces que me quisiste, que me cuidaste, que me defendiste. Se que en algún lado estas, perdido en un corazón congelado, se que ese, mi "vos" sigue ahí y a veces, solo a veces, me encantaría que hiciera acto de presencia.

viernes, 1 de octubre de 2010

De lo fetichista de nuestros tácitos...

Hace tiempo, leyendo a Marx y su fetichismo de la mercancía, se me ocurrió que también podemos aplicar la teoría a los "tácitos" posmodernos. El fetiche es un objeto al que uno le otorga alguna cualidad supernatural. Marx decía que el sistema capitalista era fetichista con respecto a la mercancía porque le otorgamos a ella valor como propio, como si naciera de su propia esencia. Lo incorrecto de esto es que el valor de las cosas nace del trabajo (el tiempo y las capacidades humanas) que el hombre dedica a la fabricación de ellas, y no de la esencia misma de las cosas.
Hoy, todo está dado por sentado. No es necesario decirle a alguien lo mucho que lo querés, "ya lo sabe". Le otorgamos al silencio una cualidad que no tiene. La de decir, le otorgamos al silencio la cualidad de decir como dicen las palabras. El silencio es ausencia de palabras. Las palabras comunican, el silencio no. Obvio, si te quedas callado en ciertas ocasiones significa algo. Significa mil cosas un silencio. Pero una cosa es quedarse callado en una conversación y otra muy distinta es decidir no decir, asumir. No decir es una decisión que tomamos muy fácilmente y que pensamos muy poco. No decir limita. Las palabras no mueren, no desaparecen. Tus silencios, tu ausencia de palabras, no implican que ellas caigan al vacío, no te equivoques. Ellas se quedan con vos, ocupan espacio. Es una ausencia. Ellas no asisten, pero existen. No asisten a ningún lugar, pero existen. Y al no asistir se quedan, con vos, con tu silencio. Con tu decisión de no decir.
¿Cuántas veces te limitaste a no decir nada? ¿cuántas veces no decís "te quiero" asumiendo que el otro ya lo sabe? ¿cuántas veces te guardás tu bronca y las palabras que la acompañan por no abrir la boca? ¿cuántas veces te decís que si estás mal el otro se va a dar cuenta? ¿cuantás veces te enojás porque no pasa así? Los silencios son cotidianos. Todos los días te privas de decir. A veces te excusás diciéndote que tus palabras van a molestar, a veces que van a sobrar, a veces que no son las correctas, que el otro ya sabe, que debería saber; y así mil excusas más. Bailamos eternos silenciando el ser en momentos importantes.
Lo tácito nos mata. Mata el vínculo que formamos. Lo que se "debería saber", lo "obvio", lo "sobreentendido", lo que acallás por predefinido, eso te lastíma todos los días. Y te limita no solo a vos. Limita al otro también. Lo que está dado por sentado, está dado por sentado recíprocamente. Del otro lado también pasa. Pasa que las cosas que hoy decimos son "obvias" son las que mas se necesitan decir, y reafirmar, y reiterar; son las que mas necesitamos escuchar.
Entre silencios y quedarnos callados nos perdemos de decirle al otro todo lo que vale, todo lo que lo necesitamos en un momento u otro, todo lo que lo apreciamos, todo lo que lo queremos. Te privás de pedir ayuda, de decir "te quiero", de expresar tu enojo. Te mentís, elegís ocultar, silenciar. Todo, ¿para qué?

martes, 28 de septiembre de 2010

La inoportunidad...

Es fija que cuando te estas bañando, te van a llamar por teléfono. Fija que cuando llega la parte mas terrorífica de la película, alguien prende la luz. Siempre hay alguien que sabe el chiste que le estas contando, es fija que te cague el chiste cuando estas a la mitad del relato. Siempre está esa foto en tu casa, esa foto que tu vieja guardo y reveló, esa foto humillante, esa en la que te faltaba una de las paletas y sonreíste como nunca; esa en la que estas actuando de algún prócer de vestimentas cartulinadas. La fija es que SIEMPRE hay una fija. Y la fija es, por excelencia, inoportuna.
Las inoportunidades están acá y allá, en todas partes. Pintan nuestra vida de colores chillones que, nosotros los "discretos", preferiríamos en otro tono, uno menos embarazoso. Son remeras del pasado que nos hacían ingenuos, valientes, intrépidos, raros... felices lisa y llanamente. Después de un tiempo el "chillón" no pega con las zapatillas, la ingenuidad no nos da de comer y lo raro, lo alternativo, no combina con los otros, los que nos rodean; y abandonamos la inoportunidad.
Claro que lo hacemos sin notificarla. Por eso vuelve, retorna del pasado como un recuerdo sometido a represión y se cuelga en la puerta de la heladera, o se pone en un retrato en la mesa de adornos del living de tu casa, o aparece mágicamente colgada en la cabecera de la cama.

Por las inoportunidades, fijas recordables   :)

domingo, 26 de septiembre de 2010

Elegir estar...

Estoy acá y estoy por algo, no estoy de adorno, no soy una planta; y si lo fuera te informo que tu agua hace tiempo no me riega. Estoy porque elijo estar y no podrás decir jamas que no lo dejo en claro, porque lo repito cada día. Lo repito en mis acciones, porque no me gusta hablar de estas cosas, a veces las palabras no alcanzan. Lo repito en mi incondicionalidad, que no es un tácito, porque a mi no me gustan los tácitos. El tácito es una manera sutil de olvidarte de mi y yo soy mucho mas que un recuerdo para que me tires al olvido. Te informo que soy persona y hasta que no me muera no me transformaré jamas en un recuerdo. Estoy acá, estoy vivo, se lo que quiero y ya no se si quiero estar acá sentado, tomando mate con tus tácitos, charlando con tus caprichos, abrazado con la esperanza de que algún día te ilumines, te des cuenta. Estoy acá, no se por cuanto. Hoy estoy, porque el ayer no me empujo lo suficientemente al hartazgo. Sigo estando porque elijo seguir estando, pero incluso ahí hay un problema. Lo que antes era "estoy" ahora es "sigo estando", lo que antes ERA (y punto) hoy ES (y necesita aclaración de que sigue siendo).
Mañana, esperemos que quiera elegirte, porque te aseguro que la charla con tus tácitos silenciosos no es ninguna diversión.

martes, 7 de septiembre de 2010

De soles y estrellas...

Solemos muy a menudo en nuestra vida levantar la mirada al cielo y observar con ahínco al conjunto de cúmulos de materia en estado de plasma que están en un continuo proceso de colapso, las estrellas. Nos resultan fascinantes, atractivas, seductoras, hermosas, pequeños pedazos de una realidad lejana y cercana a la vez, diminutos trozos de luz surcando infinitamente el cielo ennegrecido de la noche, mínimas porciones de la belleza del universo, las pequeñas hijas de las galaxias, todas hermanas y primas entre si, todas sentadas devolviéndonos la mirada desde millones y millones de lugares. Ahí es cuando a mi me gustaría saber si somos realmente nosotros los que las miramos o si, por el contrario, somos objeto de la observación estelar. Por el contrario, jamás nos detenemos a ver el Sol. De hecho, muchas veces él nos obliga a mirarlo a la cara, y nosotros corremos la mirada, o lucimos unos lindos anteojos oscuros para opacar su luz. De niños tal vez le caíamos mejor al Sol, cuando solíamos probar cuanto tiempo aguantamos viéndole directo a los ojos, encandilándonos. En ese momento el Sol, sumido en un espiral de éxtasis, brillaba con más fuerza, halagado de que por unos segundos nuestra atención le pertenecía. A medida que crecemos, dejamos estas cosas atrás y desarrollamos una devoción mas grande por el bronceador y los lentes de sol, él se vuelve esquivo y se consuela con que otros niños volverán a retarse a si mismos a verlo nuevamente a los ojos. Y así, baila la Tierra frente a él, brindándole la mirada de otros miles de niños y la indiferencia de millones de adultos. La frustración mas grande del Sol para con nosotros radica en el hecho de que no lo vemos como lo que es. Es la estrella mas grande (o mas bien la mas cercana) y por eso brilla tanto para nosotros; pero ello no le quita su status de estrella. Su frustración radica entonces en los celos; él es una estrella, sin embargo la única a la que no dedicamos ni dos segundos para verla. El Sol ve como nosotros observamos casi idiotas la belleza de las millones de hermanas que posee muy alto en el cielo, pero no entiende como él, siendo una estrella también, no merece siquiera la mínima intención de querer verlo. Entonces, aparte de los celos, el Sol es muy egocéntrico. Sabe que no es el mas grande pero a la vez cree que nosotros no sabemos que el no lo es. No solo eso, siendo el que mas brilla a nuestros ojos, es un golpe a su frivolidad el hecho de que no le dediquemos nuestras miradas. Pensemos en nosotros mismos ahora. Desde la humilde opinión de este psicólogo barato es muy fácil ver como todos somos, tal como el Sol, soles y estrellas a la vez. A diferencia del Sol, condenado a no ser visto por la cercanía a la Tierra, nosotros controlamos nuestro brillo y, de esa manera, controlamos a quienes nos dedican miradas furtivas. Suele pasarnos que somos estrellas únicamente cuando nos queremos mostrar, cuando queremos que el resto sacie nuestro deseo de admiración, nuestro ego; cuando queremos que nos noten. Ahí, en esos momentos, somos estrellas en el cielo nocturno. Nos dejamos ver, brillamos de manera hermosa y aun así visible. Dejamos que el mundo nos admire, nos cele, piense en nosotros, pidan deseos a nuestro ser. Nos dejamos observar, estudiar. Somos vanidosos, frívolos, tontos y grandes actores, personajes eternos. Por el contrario, hay partes de nuestro propio ser que no queremos develar, porciones de nuestra persona de las que no nos enorgullecemos, pequeñas o enormes características que nos provocan rubor. Para ocultar esto, nos volvemos soles. Empezamos a brillar por demás, a propósito, para que el resto baje la mirada, queremos que dejen de mirarnos, para que no puedan vernos. Nadie podrá saber quien eres si solo ve eso que es hermoso en ti. Aquello que te causa vergüenza es tan parte de ti como lo que no, no es justo que le niegues tu entereza al mundo, pues es lo mismo que mentirle. Y aun así, somos tan histéricos, celosos y vanidosos como el Sol; pues una vez que hemos comenzado a brillar enceguecedoramente nos vemos sometidos a ver como todo el resto del mundo que antes, cuando estrellas, nos miraban; ahora corren la mirada hacia otras estrellas que si se dejan ver, y los celos nos carcomen. Vivimos entonces los seres humanos entre los celos y la vanidad; entre la luz de la noche y la luz del día; vivimos siendo hermosas estrellas y miedosos soles.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Los Infelices

Ignorantes de como ser felices, desesperados por serlo, coaccionados por las expectativas de la colectividad ajena a ellos, reprimidos por estándares arbitrarios, marchan por la tierra los infelices. Hundidos en la mas dolorosa de las tristezas, dicen estar en busca de una sonrisa que decida ser huésped permanente de sus vidas. Dicen tener ambiciones reales, deseos profundos, pero todo es una alegoría. No se conciben como un ser si no están tristes o enojados, la queja cual espada en su mano, para luchar contra la realidad. Crecen y se dan cuenta que la tristeza es para los niños, que los adultos son tristes crónicos, y se embarcan camino a la depresión. El enojo, asimismo, pronto muta horriblemente en ira.
Es entonces cuando el infeliz se vuelve peligroso. Ya no se escucha su queja lastimera y constante, ya no se lo ve dramatizandolo todo, ya no golpea prepotente tu puerta rogando por consejos que no va a escuchar. Cuando el infeliz se vuelve adulto, la tristeza vuelta depresión le debilita el alma, y el enojo mutado en ira se la devora mientras el gastaba su tiempo cuestiones efimeras y consumía su corazón en amores desencontrados. Ahora ya no busca felicidad, ya no busca afecto, ya no busca amor ni comprensión. Ya no busca pasión, no busca un sueño. Ya no busca esperanzas, no busca armonía, no busca un destino ni compañía, no busca horizontes ni la verdad. Cuando el infeliz se deja vaciar, busca algo con que llenarse, busca otra alma sin saber que nada ni nadie podrá llevar el vacío que el mismo ha generado y no puede ver.
Los infelices suelen creer que la soledad es la madre de todos sus problemas, lo que no pueden ver es que ella es simple consecuencia de cuan insoportablemente cansador se vuelve un ser infeliz. El infeliz, decidido a arremeter contra el mundo, hambriento de algo, ignorante de qué; no puede ver que solo o acompañado la tristeza y la ira no se van... solo consiguen un receptor mas directo.
Y ahí van, deprimidos e iracundos, los infelices de este mundo; retozando por doquier, rociando el universo de un color gris tan apesadumbrado como su propio mensaje de desesperanza.