domingo, 31 de agosto de 2014

Ento(nces) ment(r)omiento

Apostaría la vida a que en un arrebato del corazón un día no la cuento. Y es que prefiero mil veces un apasionado violento al que por economizar en voz me escatima aliento. Soy hoja y me lleva y trae el viento; soy enojos y puro espamento; soy el agua que añora el sediento pero habito el candor del contento. Fulgurante el brillo del momento, anhelo viviente del que sueña despierto, que apuntando al todo nunca alcanza su cumplimiento. Habré de decir muchas palabras en poco tiempo, pero solo algunas serán verdaderas y nido de mi divertimento. Mas genuino el que faltando al reglamento, me alcance en la maratón al escarmiento; que aquel que por pecar de procedimiento, atrase la marcha con miramientos. No te ofrezco batallas con armamento pero soy asesino del aburrimiento. Si me has de besar, que ese sea nuestro juramento: una promesa vacía que sirva de sacramento.

De la sinonimia...

De las palabras que dicen lo mismo, tratan de hacerlo, de maneras distintas. Somos esas palabras que decimos, las dichas, las por-decir, las en-decir. Somos las palabras que nos dijeron, las que nos dicen, las que nos dirán cuando se agoten las que en el presente nos relatan como estos seres atolondrados de las palabras alejados de la quietud. Existimos en la palabra, por la palabra y para la palabra, en el decir que marca un hacer, un a-ser (sin ser) que es en una y en otra palabra a la vez.
Tenemos distintas maneras de contar lo mismo, un "mismo" que cambia cada vez que lo contamos, que se hace cada vez, una y otra vez, siempre distinto. Ser el escritor de una historia que no se sabe (ni se puede saber) es el arte en estado puro, su más póstuma expresión. Escribimos, nos escribimos. Escribimos pero nunca todo, nunca la historia toda (que no hay). Nunca todo porque es hermoso que siempre quede algo que contar, algo que comentar, algo que decir... un algo que diga y, en ese decir, nos diga. Somos todos palabras caídas en frases de otros que salvajemente se aman, o se odian, que hablan y nos hablan y en alguna de todas esas conversaciones nacemos nosotros... nacimos nosotros dos.
Vos y yo, siempre palabras. Somos sinónimos, dos que dicen lo mismo de maneras distintas. Somos dos que hablan de los mismos dos, que con nosotros hacen tres. Somos dos, dos que gritan distinto, dos interpuestos, dos puestos entre dos. Del puesto a la posición hay un camino que separa del triángulo y deja uno enfrentado con la propia soledad. Ahí, solo queda ligar(ligar-se y, solo asi, ser) en el decir. Estos dos dicen de esos dos mucho más que dos historias. Somos cuatro historias, tres histerias, cuatro términos... pero vos y yo, vos y yo somos sinónimos. Sinónimos que hablan una misma historia de maneras diferentes.

Frenos

¿Viste cuando el colectivo va a una velocidad X y de golpe y porrazo frena? ¡Que bronca! Bueno... ahora pensá en tu año, pensá en todo lo que hiciste, pensá en la velocidad que fue tomando todo. ¿No sentís a veces que acelerás tanto que después es mas el cansancio por esa frenada que no esperabas que por la energía gastada? ¿O es un poco las dos? El mal uso de los frenos cuesta vidas... ¿desde que inventamos los frenos o la velocidad? 
Es loco frenar. Da tiempo, da perspectiva, da vértigo. Frenar un ciclo que no se estaba dando, frenar un ciclo porque termina, frenar para descansar y tomar el envión para seguir otra vuelta mas. Hay varias maneras de frenar, varios que frenan una vez cada tanto. Varios que frenan cuando no hay que frenar, que arrancan temprano o no terminan de arrancar jamas y calientan motores para siempre. Hay quienes frenan porque el corazón (que para mi es el motorazo que se banca las historias que podemos y dos o tres mas, solo para darnos el gusto) pide un poco de aire, pide latir normal, pide bajar revoluciones, no estar a mil. Y los corazones que están siempre a mil, frenan cuando duermen, y sueñan. Ahí, frenamos todos y se activa otra cosa. 
Los proyectos, los sueños, los deseos, todo eso necesita de nuestros motores, nuestros aceleradores, nuestros frenos; del aceite, de la bujía, del agua, de la pasión, de lo frenético, de los frenéticos, de los desesperados, de los esperanzados, de los que quieren, de los que pueden, de los que aman, de los que arremeten, de los que dudan, de los que sienten, de los que escriben, de los que hablan, de los que gritan, de los que lloran, de los que carcajean, de los que hacen carcajear, de los enamorados, de los no correspondidos, de los correspondientes, de los decentes, de los indecentes, de los docentes, de los indóciles, de los cuerpos, de las almas, de los medidos, de los desmesurados, de los tranquilos y los aguerridos; de lo bueno y lo malo, de los dulces y los salados; de los saldos pendientes y los saldos a favor, de los besos de año nuevo, de los abrazos profundos (los de verdad), de los amigos, los no tanto... de todos.

Tocarte el brazo...

Estar ahí, tocarte el brazo y sentir(te) ahí, siempre, ahí. Estas acá, entrás y salís y te cambías y cambías pero no te actualizas. Esos son los reveces de las mascaradas que te hacen diferente en la más estática de las igualdades. Ser siempre diferencia en la deferencia de la estoicidad, disfrazar lo mismo de distinto y que siempre traiga resultados esperados, pero no deseados. Saber leer, saber manipular, saber pedirle al otro, saber pasar al otro entre tus manos hasta que forme parte del antifaz. Vos y el otro, las dos caras del espejo, los dos disfraces, la potencialidad de la mas cruel de las violencias o el amor mas ciego. Cuando la conexión, la nuestra, la de siempre pero distinta, la siempre distinta; atraviesa la foto, paradojicamente ahí es cuando se inmortaliza, ahí se escribe más allá de lo efímero y (nos) toca, une sin hacer(nos) uno, enlaza. Por eso cuando te toco el brazo sabes en lo que estoy pensando antes de mirarme. Porque va mas allá de mirar. Es llenar una boca de lo que ya esta lleno nuestro corazón y, en un incesante recorrido, convencer al otro. No sos vos, soy yo... o no soy yo, sos vos... ¿quien vos y quien yo?... ¿la voz de quien, de cuál, cómo, dónde...?

Peu de sens

Una pura imagen, una pura estatua y su pedestal, y los observadores, en el museo... de la vida. Bigotes negros azabache puntiagudos y punzantes que peina a la mañana, intactos cada día. Ballenas de un idioma otro, nómades las islas en que nadan. Va, inventa... todo maquinico, todo igual, con ilusorias variantes que quieren engañar a un oído que es voluntariamente sordo, pero no disminuido, jamás hipoacusico. Lo que quiere, escucha. Lo que quiere, fragmenta. Lo que quiere, muestra. Y lo que no, inventa... pero no crea. No es origen, no oscila mas que silencioso en el deseo, ocultándolo vergonzoso entre lo ruidoso de su exig(t)encia. Pero intenta, porque se engaña, porque le gusta, porque no ve ni siente, porque refresca el candor de un cariño con la temperatura del burlesque que ha de bailar para obnubilar. No se cree su ficción, hace creerla. Y allí va, de palabra en palabra sin decir del todo, de historia en historia sin renovar el cuento, cuadro a cuadro sin colorear distinto. Gusta del gusto a poco que solo se propina.

Lo que no...

El chicle gastado del sabor que no querías, el elástico gastado, el tiempo perdido por no tener algo mejor que hacer, el libro que decepciona... lo que no te causó. En el fracaso de ser motivo mueren los aventureros, allí donde ensayan los moralistas cómo llorar. ¿Cómo hacerse un lugar en el Otro? ¿Cómo? No es La pregunta pero es Una pregunta; por ahora la mía, que comparto con muchos o pocos, mas bien con ninguno, porque compartir inexiste en la tierra del hablante pasivo de sus habladurías todas. No comparto, pero partiendo de este lugar compadezco, padezco acompañado el dolor de los ajenos que lo prestan sin saberlo a un escucha pseudo intencional. Permitime que me empaque un poco con los símbolos que parten de tu boca no siendo tuyos y que, sin jamas dirigirse a mi, me atraviesan peor que si fueran plomo. Plomo en mi, lo mismo que en tu cuerpo no fue capaz de dejarme como cicatriz. Ni siquiera como una pequeña. Poco. Gusto a poco dejan las cosas. Gusto a pasado en el momento justo en que el presente alcanza el horizonte del futuro y mueren abrazados (o abrasados) ambos a la vez. Poco. Poco amor. Poco interés. Hay muchas ganas (aparentes) pero pocos haceres (concretos). Mucha herramienta (lingüística) y poca práctica (carnal). Mucho goce (solitario) poco deseo (enlazando). Perdoname si no pero por favor nunca más vos para mi. 

Sobre gustos...

Prefiero pelo alborotado al peinado de peluquero. Prefiero vestimentas gastadas a las etiquetas de vidriera. Prefiero ruidos melodiosos a música muerta. Prefiero intranquilo a quieto. Prefiero movedizo a estoico. Prefiero levemente apartados a indisolublemente condensados. Prefiero un choque de bocas torpes al trillado beso de película. Prefiero el terror de la primer cita al tedio de la pareja rutinaria. Prefiero los errores escandalosos a los aciertos descuidados. Prefiero una pelea estruendosa a un silencio doloroso. Prefiero la novedad de la primera vez al aburrimiento del encuentro sin ganas. Prefiero un corazón partido a uno jamas afectado. Prefiero tonterías sentidas a filosofias prestadas. Prefiero tesis propias a ideas incorporadas. Prefiero ser amablemente displicente antes que hipocrita en la cordialidad. Prefiero desordenar el mundo a que me lo ordenen. Prefiero gritar en paz a declarar guerras mudas.