domingo, 16 de octubre de 2011

La historia de nuestra amistad...

"Visualicen un cielo completamente cubierto por oscuros nubarrones, densos, macizos. Sus colores son grises, negros, con reflejos violetas y púrpura. Casi no hay luz en esas nubes. Se mueven lentamente, pesadamente en la oscuridad. Debajo de ellas esta el Océano. Plomizo, con olas gigantescas que se elevan amenazantes y caen pesadamente sobre si mismas. Vean como surgen, densas, desde la profundidad, y como abren abismos en su ascenso. Observen todo ese movimiento de nubes y Océano, oscuro, lento, sin color. Y ahora vean un rayo que golpea las nubes, escuchen el fragor de un trueno, y vean un haz de luz solar que atraviesa la oscuridad y toca el mar. Y vean como desde el fondo del Océano se eleva un torbellino de fuego, rojo, ardiente, que avanza con fuerza terrible hacia la superficie. Vean como el fuego irrumpe entre las olas y como de el sale, dando un salto sobre las aguas un enorme carnero luminoso. Lleno de fuerza, lleno de luz, lleno de fuego. Vean como se eleva imponente sobre las olas y como ahora salta sobre la playa. En la playa sobre la arena brilla el sol. Allí todo es luz. Y el carnero corre, poderoso, hacia adelante en la arena dorada. Nada puede detenerlo. Vean su gran cabeza con cuernos en espiral. Sus ojos están clavados en la arena. No mira adonde va. Solo corre. Lleno de luz, lleno de fuego. A veces se agita. Cabecea para quitarse las algas del fondo del mar que aun cuelgan de sus cuernos y de sus patas. Y corre, corre, siempre hacia adelante. Entren en el carnero. Sean el carnero. Y sientan la energía que tienen, la potencia, la libertad. Solo desean correr; sentir sus músculos poderosos, sus patas golpeando el suelo. Sentir su fuerza. Sentirse... Sentirse... Ser... No miran hacia adelante. No hay paisaje. No les interesa. Solo existe la arena de la playa que pasa velozmente ante sus ojos, y esa sensación de potencia, de libertad. A lo lejos aun se escucha el fragor del Océano. Y ustedes siempre corren hacia adelante. Sintiéndose ser energía... Ser luz... Ser fuego... Sintiéndose ser... Ser."

miércoles, 5 de octubre de 2011

Yegua.

Me parece tierno y risible que vos, justo vos, tarántula falsa, monstruo carente de creatividad, supuesta intelectual (bastante venida a menos diría yo) logres en la misma oración largar un palo para otro y que refleje tan bien lo gran persona que sos (ojo, persona para un psicoanalista es mascara, es teatro, es identificación). Me parece de lo mas perverso que instes a la gente a seguir una lista interminable de buenos modales que no son mas que la ilusión de que hay una manera bien de hacer las cosas. Por ahí es un baldazo de agua helada, pero no venimos con nada predeterminado, nuestros objetos son contingentes y lo que para vos es una falta total de respeto para otro puede ser una manera de satisfacción, un ocio, un juego, una fantasía, el sueño o anhelo mas preciado. Sin embargo, vos creída dueña de la verdad abogas los criterios que hacen de uno una buena o mala persona siendo vos alguien con actitudes bastantes cuestionables desde los mismos preceptos por los que te guiás. Y entonces ahí es cuando yo rio, cuando me divierto pensando que por dentro morís, por dentro agonizas porque no ignoras esto que escribo, y todas las noches tu conciencia te castiga. Digo mas, todo el día, todos los días. No te da respiro. Le das el gusto, cedes, y ella te castiga sádica e inexorable. Advenís como victima de tus propios dichos y en tu diván proferís las mentiras mas coloridas. Me pregunto hasta que punto no te gusta mentirte sola.

Y después de todo, de lo bueno y lo malo, del deseo y la prohibición, de la realización y el castigo, todavía te crees en derecho de pedirle al resto que se haga cargo de sus dichos cuando secretamente lo que mas temes es que alguna vez cualquiera te confronte a vos con tus propias palabras y te corten y destruyan como destruyen momentáneamente el corazón de quienes las escuchan.
                           
Sos una de las neuróticas mas jodidas, y a la vez mas común que conozco, y esto se que te carcome el alma. YEGUA.