miércoles, 25 de enero de 2012

Durante mucho tiempo creí en la bondad infinita de la gente, creí que todos decían la verdad, que todos tenían buenas intenciones. También me creí lo que decían de mí, deje que me construyeran: monstruoso o virtuoso, anormal, poco convencional, amanerado, engreído, egocéntrico, infinitamente imperfecto. Creí, siempre creí. A todos les creí y, lo que es mas importante (por lo menos para mí) y siempre lo será, lo hice por amor. Amé, no fue un simple querer, amé; y de ese amor se alimentó mi fe en todo.
Este año discutí con mi fe, le pedí fundamentos y ella, brutalmente inteligente, me dijo que por concepto no podía sino negarme tal cosa. No obstante, mi pedido simplemente escalo una posición: le pedí fundamentos al amor y solo encontré una historia. Leí la historia, como siempre lo hice cada vez que perdí el norte de la cuestión, pero la leí con otros ojos, con otros oídos. Esta vez, me permití cuestionarla. La traumaticé, la cuestioné, pedí explicaciones, busqué entre recuerdos y acciones, nadé en mares enteros de angustia y falta. Me hallé solo este año. No entendí pero llegué a varias conclusiones temporarias.
No podía ser, había algo que no resultaba lógico. Si todos somos buenos, seres de luz con geniales intenciones y si amamos y nos amamos, ¿como es que no hay acciones que muestren ese amor, esa luz? Concluí en que efectivamente, la lógica no todo lo abarca. Y no solo eso, a veces los callados son los menos silenciosos, a veces hacerse el boludo es lo mas inteligente, a veces la falta de fundamentos implica lo que implica, por mas arabescos que la adornen.
Me dolió, salí adelante como pude, trato de perdonar. Y cada día al levantarme se me hace difícil. Y cada tanto me olvido de donde es que saco la fuerza para perdonar, y es entonces cuando vuelvo a perdonar. Sin fuerza, no importa. No es la fuerza lo que hace el perdón. El perdón es perdón, y a mi me alivia. Capaz que a otros no les importa, pero yo lo noto. Noto que estoy sanando por lo afectado que está mi cuerpo.
Es probable que muchos crean que mi discurso es contradictorio. Solo aquellos que me entiendan sabrán que no es así. A ellos, al igual que a todos, gracias por ser (o haber sido) parte de mi vida, sea cual haya sido su papel.