domingo, 19 de febrero de 2012

Extraño. Extraño, del verbo extrañar. No sé si esta bien o mal, pero extraño. Cada vez menos, pero una vez cada tanto. Es inevitable. Trato de verle el lado positivo: si extraño, es porque quedó atrás, es una historia pasada que se presenta una y otra vez en mi mente con distintos escenarios, se "representa". Es lógico que después de tanto tiempo haya habido inscripción, que haya representación (como aquello que se re-presenta, que se vuelve a presentar). Lo que no hay, es representificación: no hay una presencia que se repite en su materialidad, sino un recuerdo, siempre distinto y eternamente igual de seres del presente que forman parte de mi no tan lejano pasado.
Cuestiono. Cuestiono, del verbo interrogar. Me interrogo sobre la presencia. La presencia en tanto material, concreta (hasta "real" si se quiere) no tiene tanto valor, tanto peso. Es una de esas cosas que se necesitan en un  principio, para que se dé la "presentación",  pero con el pasar de esa escena primera la repetición, la "re-presentación" no necesita de ella como tal. Si no, miráme ahora, recordando, volviendo una y otra vez a la fundación pasada del edificio que jamás construimos por ausentes. Estuvimos, nos inscribimos, fuimos importantes para el otro pero nos dejamos, nos abandonamos, dejamos de hacernos presentes. Nos pusimos en piloto automático, la presencia quedo por fuera, nosotros quedamos por fuera. Lo único que hice yo fue correr mi cuerpo también, quedé completamente fuera. Y ahora, es extraño extrañar.