domingo, 14 de abril de 2013

Destituyéndonos

Un buen día no le bastó con todo lo que ya me había dicho, con lo que ya me ha hecho toda mi vida y decidió decirme que lo había matado. Acto seguido se levantó con lagrimas en los ojos y se fue a su habitación, que permaneció oscura y en silencio, tal como las cosas que habitan en su corazón. Y yo decidí tomármelo a risa, tomármelo poco seriamente. Porque de serio tuvo poco. Fue infantil, impulsivo, intempestivo, egoísta,  violento, cortante, lapidario, prejuicioso, moralista, mojigato. Poco serio. No se muestra, pero nunca se mostró. Es coherente con sus históricas conductas. ¿Eso lo hace inimputable? ¿eso lo exenta de responsabilizarse? Cuando vuelva (porque siempre vuelve), ¿debo hacer como hace él y fingir que nada pasó? Y si no, ¿vale la pena discutir con él? ¿tengo ganas? ¿cuanta vida más voy a gastar en discutir con él? ¿en complacerlo? ¿en decepcionarlo? ¿en quererlo? ¿en odiarlo?

¿Cuanto tiempo podemos vivir al ritmo de otro, destituyendo el propio?

viernes, 5 de abril de 2013

Mata, nos mata.

Te dice bello pero dudas. Te dice "Me gusta" pero, ¿le gustas? Te comparte sus babas pero, ¿comparte con vos? ¿Que hace con vos? ¿Que hacen? ¿HaceN o vos haces por un lado, el por otro y pretenden que un choque de haceres genere un colectivo de a dos del que surja un "nosotros" que acabe por borrarlos de la individualidad que implica la soledad? No saber, nunca saber, que significamos para otros, para esos otros, para los otros que todos sabemos son distintos de nuestros otros "otros", esos otros que son amables (en términos de amor), esos otros que son besables, acariciables, y demás; no saber que somos para esos otros con los que sin darnos mucha cuenta nos fusionamos hasta perdernos en la multiplicidad de los deseantes... no saber no mata, motoriza. Dudar es lo que mata.