lunes, 22 de noviembre de 2010

Consagrados en el mas asqueroso de los egoísmos...

Viviendo pendientes de sus obligaciones miran con desprecio mi vida. Si no los conociera mejor, si fueran gente que conocí accidentalmente en una fiesta, "alguienes" que el mundo cruza al azar, diría que son celos lo que tienen, diría que sufren de las mas verde de las envidias. Pero no es así. Sí los conozco, y de hace ya mucho tiempo. El suficiente creería uno (creo yo) para que se alegren conmigo de mi felicidad, de mi bienestar. Lo suficiente tal vez para que puedan olvidarse un momento de eso que aqueja sus vidas y vean mi brillo, mi sonrisa, tan solo por un ratito. Sin embargo, me da la sensación que en todo este tiempo fui yo el que estuve con ellos y no ellos conmigo. No saben nada de mi, no me respetan, y no lo reprocho, no hasta ahora. Yo tampoco sabia como respetarme, el auto-ultraje es tal vez uno de mis mayores crímenes, pero ya pagué mi deuda conmigo, ya estuve encerrado en la cárcel mas oscura que mi mente pudo crear, ya estuve frente a mis mayores temores y les saque la lengua (no sin permitir que mis piernas temblaran y mi corazón sufriera horrores). Yo ya me castigué y descubrí que castigándome seguía cometiendo el mismo error, delinquiendo contra mi persona.
Es largo el aprendizaje, es largo y renovador, pero también duele. Duele porque descongela las estructuras mas arraigadas, les da movilidad, les provoca mutaciones, les exige cambio. Y yo cambié. Y no solo eso, ahora también tengo que probarlo, tengo que demostrar que cambié, tengo que demostrar que puedo aplicar lo que aprendí, tengo que vivir feliz. Y no TENGO, sino que QUIERO.
Nada me detiene, aunque a veces cuando contemplo las situaciones de mi vida, los cuestionamientos que se me plantean desde aquellos que tácitamente me prometen un amor incondicional; y no puedo evitar pensar en cuan equivocado viví y por cuanta cantidad de tiempo. Es mucho de ambas, de tiempo y de yerro.
Y mientras los escucho hablar, mientras veo como desaprueban todo lo que hago; me da un morbo de seguir haciéndolo y cada vez mas, para que lo vean, para que se mortifiquen mas. Diría que me divierto, aunque aseguro que no siempre. Por momentos trato de explicarles que no vivo como ellos, que no vivo en el "deber ser", en la obligación de hacer. No lo entienden. No lo entienden porque han vivido sus vidas enteras así, ¿como explicarles ahora que hay algo distinto? No pretendo, ni pretendería nunca que entiendan como vivo, ni que copien mis pasos y adopten mi ideología, pero si pretendo (y es mas, EXIJO) respeto. Respeto por lo que me pasa, por lo que siento, por lo que estoy viviendo y, por sobre todo respeto por mi.
Y lo exijo con el mismo ímpetu con el que ellos, consagrados en el mas inmundo de los egoísmos no me dejan ser y luchan una batalla contra mi sin que yo este presente. Lo exijo y tal vez, solo tal vez, con mas derecho que ellos incluso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario