Que gracioso el "todos". El termino digo. Por alguna peculiar razón me causa risa, me obliga sonrisas en el colectivo. Es tremendo como en una palabrita se incluye la "totalidad" de algo, de alguien, de alguienes. "Todos los perros", "todas las manzanas", "todos los desencuentros". Es re difícil un "todos", mas diría es re difícil un "todo". Es muy taxativo, y mira que a mi me encanta el taxativo, el negro-o-blanco, el si-o-no. Pero un "todos" es difícil de manejar. Difícil de maniobrar porque es difícil de conceptualizar. Una totalidad es difícil de conceptualizar y en la singularidad nos sentimos solos. Una totalidad es difícil de traer en acto, es difícil de pensar, difícil de ejemplificar realisticamente; y una parcialidad nos deja gusto a incompleto, a falta, a desamparo.
Peor es cuando dentro de un todos uno se siente solo, dentro de un todos que no te representa y al que no te podes revelar por ser un "uno" y no un "todo". Ahí terminas en nada, siendo "nada" para el todo. En algún punto todos los "unos" son nada para el todo. Pero este "uno" no quiere ser nada y no quiere ser "uno". Este "uno" quiere ser "seis", quiere ser azul o rojo, quiere ser "a" o tal vez "z", pero por sobre "todo" quiere SER, y ser mas que simplemente en función de un todo.
Entonces, mi querido "todo", este "uno" te dice adiós y, además de suerte, te desea que no prestes atención a su huida, que lenta se produce y desarma tu estructura narcisista y totalitaria.
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