martes, 5 de noviembre de 2019

Sonoridades de un velatorio

Una hija cuenta, con la mirada perdida, que la llamó 8.15 y le preguntó por los hijos. Y ahí no escuchó más. "Me llamó la atención que no tuviera más voz".
Tres hombres entrelazados en un solo abrazo, en un solo llanto. Padre, hijo menor, hijo mayor. Pululan los politicos y politicas, sostenemos la situación entre las lágrimas que nos arrancan los de sangre en sus penas. Y hay gente como suspendida, sentadas o paradas con un halo disperso alrededor, como en una caída libre que no se detiene. Esas benditas expresiones: "estoy cayendo", "aun no caigo", "cayó". Mucha verdad en la paradoja de un cuerpo que aún detenido se precipita cayendo al abismo sin poder aterrizar.
Hijas, y nietos que son primos entre sí, y sus parejas que se miran unos a otros. Y el hijo, anda entre sus hijos pero no sabe cómo atajar a su madre.
"No me debe haber querido despertar. Para cuando me llamó… porque se ve que se levantó y… entonces lo escuchamos y no lo podíamos levantar… y la ambulancia no llegaba pero por suerte la de enfrente es enfermera. Y no llegaba la ambulancia. Hasta que llegó la policía.".
El desgarro producido por la desaparición de ese que era abuelo, y padre, y hermano, y padrino, y, y, y… Ruptura de lo inesperado en medio de plena rutina. ¿Alguna vez escuchaste el silencio posterior al momento en el que el mundo se quiebra para otro? Creo que se escucha ensordecedoramente en algunas miradas, y se palpa su relieve en algunas palabras que intentan surcir paisajes agujereados por la ausencia. 
Una muy cercana llora a los gritos, otros se quejan de tanto ruido si no es sincero. Otra señala la culpa y todos se callan. Nadie cree necesario quedarse la noche entera pero todos acompañan la procesión silente del alma hacia otro lugar alumbrando la noche con sus vigilias. Luego, el ardor de su silencio, ahora eterno. 

viernes, 26 de abril de 2019

Mudarse

¿Alguna vez nos detenemos y pensamos en lo difícil que es acomodar una vida para que entren dos? De gusto sería nomas, porque nada lo hace mas fácil. Hasta nos quitaría el aliento de compartirnos con otro si lo pensamos mucho, porque casi no tiene lógica alguna. ¿Como puedo vender estas marquitas de diez años de mi mesa si me gritan cada una la situación donde escarbaron la madera buscando refugio? ¿como deshacerme de los libros que son eternos pendientes de lectura cuando garantizan con su habilidad para juntar polvo la promesa sustentable de que alguna vez llegará el dia de leerlos? ¿cual seria el sentido de tener nuevas sillas cuando estas tienen el valor de no valer nada, lo suficiente para no extrañarlas pero no tanto como para desconocer que hay cosas en la vida que mejor si se mantienen indiferentes antes que juntar esa potencialidad de faltarte y que duela? ¿por qué cambiar el tele por uno mejor y con menos fallas si cada vez que se apaga me encanta que me robes un beso en la oscuridad y hacerme el que sos un zarpado y prender la serie de nuevo a la espera de repetir? ¿para qué hacernos los pintores profesionales y lijar una pared para pintarla y lijarnos las manos tontamente si para raspones tenemos todos los topetazos que nos damos cuando nos planteamos esas escenas de celos en las que nadie cree? ¿no seria ilógico que juntemos todas nuestras ollas cuando no hay manera de reunir nuestras formas de revolver los tucos? ¿para qué intentar unir tus vajillas con las mias si siempre nos cuesta decidir cual es el plato principal del almuerzo o la cena porque a vos no te gusta repetir y a mi no me jode? No me vengas a mi a hablar de la jabonera de porcelana porque ya discutimos mil veces sobre lo torpes que somos y que la vamos a hacer mil pedazos. ¿Por qué vamos a fingir que yo también voy a lavar los platos si siempre espero a que llegues y no toleres mi pilita de la semana y la laves con tu taza del desayuno? No entiendo el valor práctico de una plancha, y no podría entenderlo si me lo explicas con tu camisa impoluta y calentita. Tampoco te ofendas porque tus manchas las saca mi lavarropas aunque no pueda nunca lavar lo negro de los silencios cuando los hacemos.
Lo que pasa es que tampoco es posible que nos hagamos los tontos respecto de que tenés llaves desde hace mas de un año porque vos también te escarbaste un refugio en mi carne. Es que me gusta cocinarte para ver como comes tan distinto a mi, lento y tranquilo. Es que me es imposible entender qué te haría dormir en tu cama sólo cuando despertarnos juntos es tan gracioso para vos por mi pájaro loco en la cabeza y a mi tan divertido porque el perro te lame y lame hasta obligarte a darle bola. Pasa que no es mas sencillo ignorar la tendencia hacia donde avanzamos haciéndonos los tontos. Es muy difícil dejarte elegir una alfombra de baño con la excusa de que no te gusta mojarme el piso y no decirte que a mi tambien me gustaría que tus pies caminen descalzos en mi casa todos los días.

Pero bueno. En estas cosas no hay que pensar porque al final no te dormís mas pensando en lo lindo de los abrazos y lo incómodo de una mudanza y tampoco es el eje.

miércoles, 16 de mayo de 2018

No se muy bien como seguir...

Hay momentos en los que caigo en todo lo que hago y desconozco cual es la fuerza que me impulsa. Me desoriento ahi, necesito que me atajes pero es difícil porque ni vos sabes ni yo me reconozco tan perdido como estoy. En otras ocasiones surco un espacio bailando. Me gusta bailar y reencontrarme ahi con todo lo que hace música. A veces te quiero mucho aunque no se sepa. Bailando es mas facil, ¿sabes? Me voy de tema, no es a propósito. ¿Sentiste alguna vez que tu cuerpo es el lienzo donde se expresa el dolor del mundo de a ratitos? Es terrorífico darse cuenta que cuando no es eso, no sabes qué otra cosa hacer con él. ¿Y si la vida que construimos alrededor no alcanza para salirle al cruce al dolor? Para eso yo tengo una esquinita en todas mis casas para llorar tranquilo en una sillita en la que esperaba sentado a mi papá cuando tenía tres. No siempre se puede, perdón. No se muy bien como seguir, pero tal vez otro dia retomo.

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Hoy, mientras me daba cuenta que me dejé mi bufanda en casa al salir, pensaba en cuanto me cuestan las buenas costumbres. Y ahora mientras escribia veo que me pasa muy seguido tipear l en lugar de m y capaz eso es llevar al otro lo que a mi me pasa. ¿O será el sobrenombre de mi amiga Mele? No se. 

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Llegar a casa con eso en la cabeza y cantarlo. Poner esa playlist y arrasar lo que se pueda con movimientos que no vas a hacer en la pista de la fiesta de fin de año del laburo porque aunque no quieras sos un poco cobarde. No me mires asi, yo soy solo tu vecino en el ascensor. Es a la noche cuando me convierto en oreja y escucho tu deslizar de pies y una danza a oscuras. Parás solo para servirte mas vino y te acostas muy tarde. Cuántas historias podria contarte de tus ojeras al salir, de tus saludos al llegar y de la musicalidad con la que cerras la puerta. Dejá, no me des bola, voy a sumirme en este silencio de nuevo. Buena cena.

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Quieto, tenso, musculatura activa, alerta, estoy en un estado de crispación. Y son las sábanas y vos, la alergia y el sueño, y el suelo. Duermo y me despierto, me ahogo, me saco la remera... no, mejor no. Me doy vuelta y de repente un beso, un abrazo, una caricia en la pierna. Entrega total, somos el amor y mas, o al menos sonamos bien. Todo se desvanece. Es un sueño, es el suelo, es nuestro cielo.

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Te voy a extrañar. Pero a vos, no a la maquinita de tirar frescas, de querer quedarse con la ultima palabra ni al ganso que reduce lo que me pasa en términos de capricho o mala voluntad. A mi me gustaba la idea de contarte algunas cosas pero entendi que el juego no te va y capaz entendi mal porque tambien al dejar de jugar reclamaste. No sé, pero la experticia en mi sensación no se la otorgué a nadie para que sin preguntar te aparezcas a inventar que vos si la tenes clara. No hay nada claro en nuestro lio. Te quiero igual.

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martes, 24 de octubre de 2017

Un juguete exigido no es un juguete de verdad

La manera en la que un niño se entrama en una historia familiar es diversa y variopinta. El proceso comienza la primera vez que un padre fantasea con la idea de que un hijo suyo tenga un hijo que represente al linaje para la posteridad (o sociedad, o mundo, o múltiples etcéteras - ¿representación frente al Otro?). Las fantasias que delinean una posición en el deseo parental a este niño por venir son de lo mas singulares, producto de los tejidos y vicisitudes del tejerse una versión amable del sentido de la vida. De ello solo tenemos versiones, como constructos moviles y variables (en el mejor de los casos) que surgen fruto de lo que otros y Otros han podido donarnos y lo que uno ha podido ir haciendo con eso.

El juego es el espacio de libertad donde los niños pueden ensayar sus tejidos de vida, poner y ponerse a prueba sin riesgos y dirimir las vicisitudes de la construcción de sentido. El juego como articulador fundamental del desarrollo de un niño no es un factor transportado en los genes, requiere de ser donado por otros y sostenido, requiere que se lo reconozca como juego y no como vandalismo, capricho o sintoma. El juego convoca a la filiación en su punto articulador principal: el deseo.

Los jueguetes, en esta historia maravillosa, son la apoyatura material necesaria del juego y, en ese punto, parte de la construccion compartida del escenario lúdico. ¿Que quiere decir esto? Que los padres o sujetos en posición parental incluyen en la donación y reconocimiento del juego a los juguetes como objetos para los niños. Claramente el juego no depende de que los padres tengan los recursos economicos para solventar el gasto altisimo que requiere comprar un juguete hoy en dia. Mas bien, jueguete puede ser cualquier cosa que entre en la combinatoria y los desplazamientos del juego. De alli que un palo pueda ser un caballo, el barro una rica torta y la nada misma convertirse en un personaje ficcional; o bien los juegos mas caros de la jugueteria podrían ser ignorados de lleno o no ingresados en la trama lúdica. No son las cualidades del objeto las que proponen su función sino la historia y lo que con ella puede hacerse. Esto se da, ya dijimos, no naturalmente sino en el encuentro entre Otros y otros que habilitan al juego y sus compinches los juguetes como actividad subjetivante.

No hay entonces EL juego o EL juguete 'utiles' para tal o cual padecimiento. No es la 'utilidad' prefabricada la que alivia las 'nanas' de la subjetividad. No hay fábrica que abastezca con LA respuesta para las fallas y caidas del sujeto en la instalación del juego. Esto no hace tope al capital para confeccionar saberes que fundamenten el empuje al consumo, que es hijo de intereses economicos y de la ética de los bienes, no toca en ningún punto al deseo como espacio vacío que permite que se funde la primer jugada del '¿jugamos?'. El capital marcha con sus botas despuntando canciones que invitan a la exigencia... 'jueguen, todos'. Pero esto no es una propuesta, no es invitación, no hay merienda de por medio ni amigos. La exigencia es que TODOS jueguen... a esto. Y ese 'esto' es el objeto de ultima generación en materia de niños. Juguetes son otros. Estos son objetos de consumo para niños, diseñados para engañar a padres y madres para que hagan pasar en ese objeto la exigencia pero no su deseo.

Es vergonzoso presentar un juguete como 'propio' o 'específico' para un padecimiento porque se juega con ese padecimiento y la verdad que porta y hace signo de malestar en una familia. Eso es vergonzoso para quienes cuentan con ese recurso. La vergüenza y el pudor no son dones que la historia le haya donado al capital.

Quiero PARA TODOS la posibilidad del juego... y que cada niño decida CON sus otros y Otros qué juego, como jugarlo y con qué. Hace falta que para todos haya la posibilidad de construir un cada uno singular, especifico no de un padecimiento sino de un sujeto, sujeto que en su constitución siempre se invoca entre varios. Quiero avergonzar a quienes proponen una sola manera de jugar, quiero que la risa del juego de los niños se oiga entre los ruidos de lo social. Me entristece el silencio de los niños capturados en los supuestos 'juguetes que calman'. Prefiero la melodia de la infancia a la que el juego no se le deniega a partir de ofrecemientos fulgurantes y extorsivos. Los juguetes, inventemoslos jugando.

sábado, 26 de agosto de 2017

Hay gente que no cambia

Hace no mucho llegó a mi la triste noticia de que no siempre que dedicamos el cuerpo a que otro crezca y resigne un pedacito de si por amor eso sucede. Tal vez por la escritura de mi vida (lo que tenemos hasta acá escrito entre los que surcaron mi vida y yo) creo que hay efectos cuando uno dispone de su presencia en la vida de otro con un amor inédito. Y, ¿qué amor no es inédito cuando uno ama a cada uno, cada vez, de manera única e irrepetible?
Sin embargo, frente a la sorpresa de esa diferencia radical que uno puede escribir en la vida de otro hay quienes resisten a ser marcados mediante escamoteos patéticos. Amantes de la cascara vacía que han sabido ocupar, habitar y acrecentar, cualquiera que los invite a un breve paseo donde ella se quiebre recibiran una negativa. Sin embargo, no es la negativa la que indigna. Mas bien es la necesidad de degradar esa invitación, de burlar sanguinariamente la posibilidad de que haya otra cosa que valga la pena amar mas que las insignias que pesan sobre ellos. La opacidad de estos seres es extrema, la transparencia de los afectos los fragmenta, los recluye a guarecerse en sus frivolos espejos y en el peor de los casos a aniquilar al otro en donde encuentran una expresion sincera de 'lo otro' que vive en ellos y ocultan con recelo.

No soy quien para soportar que veas pasar la existencia, no soy quien para quedarme viendote esconder lo mas humano que te atraviesa mientras el tiempo que compartimos pasa para mi (sufriendo cada segundo en el que no llego a vos) y para vos (que cancelas ficcionalmente el avance maquinico que nos acerca a la nada mientras ignoras mi presencia viendo la pelicula repetida de los afectos pasados en mi rostro) por igual (como a cualquier mortal). Deberé aprender que hay gente que solo puede cambiar... de trabajo.

sábado, 4 de marzo de 2017

Mejillas

Hoy, por ejemplo, no se si me dan ganas de comer. Es raro porque la glotoneria suele ser mi distintivo. Me gustan los dulces, pero hoy no puedo cenar ni un simple pedazo de pan con agua.
Hoy me dió calor, como cuando mi papá me retaba por una macana de chiquito. Me acuerdo que cuando el apretaba el trapo yo me hacia pis en el acto. Me acuerdo el ardor de las mejillas. Me acuerdo el dolor de las clavículas. Hoy me dió ese calor, de no saber bien por qué pero haber generado algo que no podré jamas controlar con mis manos.
Hoy dudé algunas veces antes de escribir. Me siento tonto, algo pesado. Te escribí igual. Al parecer estabas ocupado porque bolilla no me diste. Me descontrola que me ignores, me brota no saber cómo hacer que me quieras y controlar ese querer. ¿Será que a amar se aprende entre calores y mejillas ardiendo?

viernes, 3 de marzo de 2017

Era un día de bastante calor, cercano al final del verano. Era fin de semana, en esa vertiente rara que tenía Tute de vivir: laburando. El calor le gusta, siempre, pero es cierto que el cansancio y el sudor molestan a cualquiera. Decidió prender la ducha tras tomar un vaso de cerveza helada que hacia comprado antes de irse de viaje para tenerla a su retorno. Llamada mediante, comienza a vestirse de galas nocturnas para compartir una copa en terreno completamente desconocido. Sus alpargatas siempre le dan un aire aniñado del que suele abusar con cierto descaro. Su camisa esa noche hacia juego con absolutamente todo.
No podré nunca decir si fue mi barba canosa, mis ojos claros o el vino, pero sí que algo de todo eso lo convocó a volver una y mil veces a mi cama. Venía de a ratos, en escapadas, siempre corriendo de un dia al siguiente, siempre movilizado por algún decir. Fue prolongado y fugaz, ambas a la vez, tal como él. Era dulce verlo llegar, arrojar todo y descansar en mis besos. Me enamoré de que eligiera mi morada para habitar, para calmarse, para llorar. Me conmovió que encontrara otro tempo tocando sus instrumentos con mis partituras.
Y si, me dolió verlo partir a cantar sobre otro pecho, pero lo entendí. Ruego alguna vez volver a escucharlo reir de mis tonteras, y que me enseñe cosas complejas que sólo el y su alma de filósofo entienden. Deseo que un dia llegue otra vez por esa puerta a romper mi inercia con su palpitar acelerado y su forma de ser jugada. Espero, casi todas las tardes de calor intenso y molesto, que un llamado mío lo haga vestirse de noche y acudir a mi encuentro.