No tengo ninguna camisa. Cuando me fui, no agarré. Me llevé todo lo que reconozco propio, y no soy un tipo de camisas. Te dejé la blanca de Zara, que era mia, tan mia que tiene una pequeña mancha de sangre, imperceptible. Hay otra que era tuya y a mi me encantaba. Te la quedaste vos. Recuerdo cuando llegaste puteando porque le habias hecho un siete y que mi vieja la arregló al año siguiente cuando se lo pedí. La azul me quedaba mejor a mí, pero te la dejé porque a vos te gustaba que yo me la ponga para tapar lo hippie con OSDE. No tengo OSDE. Y no tengo camisas porque me gusta andar de jogging siempre. Además mi papá siempre decía que el era quien era, en pelotas o vestido.
Capaz te quedaste con las camisas porque no me pude llevar lo que contienen y verlo todos los días cuando abro el ropero.
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