domingo, 24 de abril de 2011
Es insoportable, es insostenible y bombea sangre...
Estoy nervioso, inquieto, constantemente ruborizado, exageradamente agitado, superado, mareado. Siento que el mundo esta mas suave, mas terso, que floto. Siento que camino entre almohadas, siento que quiero reír para siempre. Quiero estar bien, quiero verme bien y atraer todo lo que ya he atraído hasta ahora y mas. Quiero volar como suelo hacerlo, como yo solo se hacerlo; quiero visitar esas nubes que son mis nubes, esos sueños locos que cada vez son menos locos. Tengo palpitaciones que no paran, el corazón no para. Hace días que viene latiendo como si no hubiera un mañana, pero hoy no paró. Desde que su imagen cruzo mi mente esta mañana que no paró. Siento que todo lo puedo, menos tranquilizarme. Estoy temblando todo el tiempo, estoy nervioso, estoy eufórico, verboragico. No puedo parar de hacer cosas y a la vez no puedo hacer nada sin distraerme. ¿Será esta la fe inquebrantable de la que me hablaban? El corazón no para, hago lo posible por relajarme, pero la tranquilidad no llega. Estoy impaciente, ansioso, quejumbroso. Quiero que la espera acabe YA. Es novedosa la sensación, nunca me había pasado y ahora de repente 21 años de nada descargan sobre mi corazón un estimulo incontrolable, insaciable. Ni hablar de mi cabeza. No para jamás, es un loro constante repitiendo siempre lo mismo y hoy repite una y otra vez el mismo nombre, la misma imagen; hasta el hartazgo y, seguramente, muchisimo mas allá. Y yo solo puedo esperar, solo puedo respirar y esperar impaciente a que se acabe la tortura de tener que esperar. Me arde por dentro, quiere salir, es algo mas fuerte que yo, no lo ata ninguna cadena sino que solito se detiene esperando el momento justo. No pienso, siento; no hago mas que sentir, que contemplar como de repente los ojos me brillan al pensarle, como las sonrisas tienen otro efecto en las comisuras de mis labios, como mis piernas no dan dos pasos seguidos sin quejarse del incontrolable temblequeo, como mi mente no para de reclamarle. Pero mi corazón es distinto, es astuto; es como yo. Es perverso. Mi corazón espera a que todos los síntomas descarguen su energía para comenzar su orquesta incesante que pronto provocará que otra vez se repitan las mismas sensaciones y todo el ciclo vuelva a empezar.
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