miércoles, 5 de octubre de 2011

Yegua.

Me parece tierno y risible que vos, justo vos, tarántula falsa, monstruo carente de creatividad, supuesta intelectual (bastante venida a menos diría yo) logres en la misma oración largar un palo para otro y que refleje tan bien lo gran persona que sos (ojo, persona para un psicoanalista es mascara, es teatro, es identificación). Me parece de lo mas perverso que instes a la gente a seguir una lista interminable de buenos modales que no son mas que la ilusión de que hay una manera bien de hacer las cosas. Por ahí es un baldazo de agua helada, pero no venimos con nada predeterminado, nuestros objetos son contingentes y lo que para vos es una falta total de respeto para otro puede ser una manera de satisfacción, un ocio, un juego, una fantasía, el sueño o anhelo mas preciado. Sin embargo, vos creída dueña de la verdad abogas los criterios que hacen de uno una buena o mala persona siendo vos alguien con actitudes bastantes cuestionables desde los mismos preceptos por los que te guiás. Y entonces ahí es cuando yo rio, cuando me divierto pensando que por dentro morís, por dentro agonizas porque no ignoras esto que escribo, y todas las noches tu conciencia te castiga. Digo mas, todo el día, todos los días. No te da respiro. Le das el gusto, cedes, y ella te castiga sádica e inexorable. Advenís como victima de tus propios dichos y en tu diván proferís las mentiras mas coloridas. Me pregunto hasta que punto no te gusta mentirte sola.

Y después de todo, de lo bueno y lo malo, del deseo y la prohibición, de la realización y el castigo, todavía te crees en derecho de pedirle al resto que se haga cargo de sus dichos cuando secretamente lo que mas temes es que alguna vez cualquiera te confronte a vos con tus propias palabras y te corten y destruyan como destruyen momentáneamente el corazón de quienes las escuchan.
                           
Sos una de las neuróticas mas jodidas, y a la vez mas común que conozco, y esto se que te carcome el alma. YEGUA.

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