Tatuada a fuego, la escena montada al otro que ignoró. Fuerte, la mirada que no alcanzó para reconocernos juntos. Amor, lo que fundó las palabras que antes fueron ruido, solo ruido. Ruido que antes, ahora y luego, nos mantiene siempre distintos y nunca claros. El sabio que consciente de si, no se preocupa por develar pronto se pierde en los recuerdos de nadie y es hablado por ninguno. Inminentemente necesario, el tornado que vuele de un soplido la ficción de las vidas falsas. Imágenes que crean banalidades a partir de lo más profundo, de lo que escapa la lógica del ser ocupando un lugar más allá del comprender. Humo que asfixia el alma y nubla la vista. Lagrimas que castigan. Mensajeros trayendo encomiendas que han de perderse de camino al cielo y...
por ultimo, tu voz (¿tu vos? tu... ¿vos?; ¿tu?, vos).
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