¿Alguna vez nos detenemos y pensamos en lo difícil que es acomodar una vida para que entren dos? De gusto sería nomas, porque nada lo hace mas fácil. Hasta nos quitaría el aliento de compartirnos con otro si lo pensamos mucho, porque casi no tiene lógica alguna. ¿Como puedo vender estas marquitas de diez años de mi mesa si me gritan cada una la situación donde escarbaron la madera buscando refugio? ¿como deshacerme de los libros que son eternos pendientes de lectura cuando garantizan con su habilidad para juntar polvo la promesa sustentable de que alguna vez llegará el dia de leerlos? ¿cual seria el sentido de tener nuevas sillas cuando estas tienen el valor de no valer nada, lo suficiente para no extrañarlas pero no tanto como para desconocer que hay cosas en la vida que mejor si se mantienen indiferentes antes que juntar esa potencialidad de faltarte y que duela? ¿por qué cambiar el tele por uno mejor y con menos fallas si cada vez que se apaga me encanta que me robes un beso en la oscuridad y hacerme el que sos un zarpado y prender la serie de nuevo a la espera de repetir? ¿para qué hacernos los pintores profesionales y lijar una pared para pintarla y lijarnos las manos tontamente si para raspones tenemos todos los topetazos que nos damos cuando nos planteamos esas escenas de celos en las que nadie cree? ¿no seria ilógico que juntemos todas nuestras ollas cuando no hay manera de reunir nuestras formas de revolver los tucos? ¿para qué intentar unir tus vajillas con las mias si siempre nos cuesta decidir cual es el plato principal del almuerzo o la cena porque a vos no te gusta repetir y a mi no me jode? No me vengas a mi a hablar de la jabonera de porcelana porque ya discutimos mil veces sobre lo torpes que somos y que la vamos a hacer mil pedazos. ¿Por qué vamos a fingir que yo también voy a lavar los platos si siempre espero a que llegues y no toleres mi pilita de la semana y la laves con tu taza del desayuno? No entiendo el valor práctico de una plancha, y no podría entenderlo si me lo explicas con tu camisa impoluta y calentita. Tampoco te ofendas porque tus manchas las saca mi lavarropas aunque no pueda nunca lavar lo negro de los silencios cuando los hacemos.
Lo que pasa es que tampoco es posible que nos hagamos los tontos respecto de que tenés llaves desde hace mas de un año porque vos también te escarbaste un refugio en mi carne. Es que me gusta cocinarte para ver como comes tan distinto a mi, lento y tranquilo. Es que me es imposible entender qué te haría dormir en tu cama sólo cuando despertarnos juntos es tan gracioso para vos por mi pájaro loco en la cabeza y a mi tan divertido porque el perro te lame y lame hasta obligarte a darle bola. Pasa que no es mas sencillo ignorar la tendencia hacia donde avanzamos haciéndonos los tontos. Es muy difícil dejarte elegir una alfombra de baño con la excusa de que no te gusta mojarme el piso y no decirte que a mi tambien me gustaría que tus pies caminen descalzos en mi casa todos los días.
Pero bueno. En estas cosas no hay que pensar porque al final no te dormís mas pensando en lo lindo de los abrazos y lo incómodo de una mudanza y tampoco es el eje.