Hay un lugar muy triste que todos tratamos de evitar y sin embargo no sabemos cómo se ve. Extrañamente, sabemos de él solo por el efecto de un espejo difícil de ignorar. Es solo cuando la miseria de la propia situación se refleja en la mirada de otro que tomamos contacto con el profundo vacío que nos habita. ¿Cuántos han de evitar exponer las lágrimas, afirmando que no les gusta llorar, cuando en realidad lo que les disgusta es el público que esas lágrimas puedan convocar? ¿Cuántas veces ocultamos la mirada, dejándola en blanco, como quien mira hacia las profundidades del cráneo, para sacarla del intercambio con quien pudiera sancionarla como "ojitos tristes"? ¿Y acaso no existen seres algo grises, que no pudiendo disimular la tristeza que abunda en todos los rincones de su cuerpo, se recluyen del mundo entre estridencias e independencias?
Solo lloramos para otro cuando hemos podido amarlo. Allí en el amor, donde las lágrimas son solo un signo más de que lo que me hace falta... sos vos.